La minería ilegal en el Amazonas, que durante el gobierno de Bolsonaro creció más del 500%, conlleva a la destrucción de la selva y la contaminación de los ríos, pero además, agudiza el exterminio de territorios indígenas, envenenando a su paso la sangre de las infancias indígenas con mercurio, y exponiendo a niñas y mujeres a violaciones sistemáticas.