Carne de elección

Las infancias caen bajo la metralla de la desocupación, de las drogas ilegales, de la farmacología legal, del hambre crónica acompasada por los masters chef,  de la soldadesca narco. Sea para el cañón, para la perversión o para la elección, la carne sacrificada será siempre la misma.

|

Por Alfredo Grande

(APe).- Un título puede ilustrar, glosar, pero también, encubrir.  “Carne de elección” remite a un trabajo anterior cuyo título es  Carne de cañón, carne de perversión.

Las prácticas de la guerra y las prácticas de la paz no son lo mismo. Pero veamos en qué se diferencian. La crueldad sexual con niños y niñas es una guerra contra el territorio de la niñez. Lo insoportablemente perverso es que tambien hay una guerra contra la educación, la alimentación, la salud, la vivienda, la capacidad de juego, alegría y creatividad. Y para que esa guerra dure décadas no es necesario la fuerza de las armas. Ni del terrorismo cuando invade al Estado.

Esa guerra es compatible con la división de Poderes, con la plena vigencia de la constitución nacional, con la honra a los símbolos patrios, con el alucinatorio político social de la comunidad organizada, con las elecciones periódicas, con las PASO, con los pasitos de las encuestas.

La democracia es la identidad autopercibida de lo que en realidad es un orden constituyente que legaliza la exclusión al contado o en cuotas. No legítima, pero sabemos que para las derechas lo legal siempre es legítimo. Pues bien. Mejor dicho: pues mal.  Ahora es el turno de la carne de elección.

Niñas, niños, adolescentes, caen bajo la metralla de la desocupación, de la ocupación que no alcanza, de las drogas ilegales, de la farmacología legal, del hambre crónica acompasada por los masters chef, de la soldadesca narco y de un mundo donde los adultos y las adultas sostienen la lógica de la rivalidad (que siempre escala a planificados exterminios) en detrimento casi total de las lógicas de la competencia y la cooperación.

Sea para el cañón, para la perversión o para la elección, la carne sacrificada será siempre la misma. Los débiles de cuerpo que también son, no podría ser de otra manera, débiles de espíritu. Esos niñas y niños, que el Movimiento Nacional Chicos del Pueblo los pensó como sujetos políticos, son convertidos por la necedad de una ministra en escudos humanos. En todo caso ¿escudos frente a qué salvajismo que están preparando? No son escudos.  Justamente por ser niños, tiene una conciencia de clase que vuesa merced nunca tendrá.  Su escudo es el country donde puede sentirse segura en el área de confort nacional y popular.

El escudo debería ser el estado de bienestar que hoy solamente es bienestar para parásitos y parásitas de lo que se llama PBI.  No estoy tan seguro de que la verdad nos hará libres. Pero estoy convencido de que la mentira, o más precisamente la falsedad, como hablar de escudos, puede convertirnos en esclavos. Incluso esclavos de nosotros mismos, que buscamos el becerro de oro que hace siglos ya fue encontrado y sigue cuidadosamente vigilado. Becerro que está camuflado en las diferentes formas que la mega publicidad formatea al consumismo (consumir consumo).

Los que más sufrirán los resultados de las elecciones del diablo, no votarán. Cuando lo hagan, si lo hacen, ya será tarde. Quizá ya sea tarde. Quizá el voto secreto y obligatorio se haya transformado en un arma de destrucción masiva que es aclamada incluso por sus víctimas. La carne de elección será el tributo sacrificial a los dioses y diosas de lejanos imperios que se cobrarán muchísimo más que una libra de carne.

Hace unos días se acercó un vecino. Me preguntó: ¿Grande, usted va a votar? Lo miré con ternura y le dije: te lo contesto en un rato.


Suscribite

Suscribite al boletín semanal de la Agencia.

Sobre la fundación

Fundación Pelota de Trapo nació hace décadas para abrigar de las múltiples intemperies a niñas y niños atravesados por diferentes historias de vulnerabilidad social.

Sobre la agencia

Agencia Pelota de Trapo instala su palabra en una sociedad asimétrica, inequitativa, que dejó atrás a la mayoría de nuestros niños y donde los derechos inalienables de la persona humana solo se cumplen para unos pocos elegidos por la suerte