En la Argentina mueren niños diariamente por enfermedades ligadas al hambre. En un escenario que empeorará a la velocidad del alud ante la violenta insensibilidad de los que gobiernan. Una alimentación de pésima calidad desde antes de nacer marca el destino de millones de niños que aprenderán menos, serán menos fuertes, menos rebeldes y mansos a la hora de la precarización y la esclavitud.