El peor heredero del 2001

Sobre el “efecto ornitorrinco y la singularidad bizarra”

El efecto Milei es ser el peor heredero del 2001. El que se vayan todos, fue recuperado por los “anarco capitalistas” que lo reciclaron en su cruzada contra la casta. Obvio, sólo la partidaria. La empresarial, militar, policial, clerical no son mencionadas, menos denigradas, sino que idealizadas.

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Por Alfredo Grande

(APe).- Algunas veces escucho a Guillermo Moreno.  Mi analista me dijo que es un masoquismo residual que aún no he podido elaborar. Dos afirmaciones del ex secretario de comercio me inquietaron. La primera es que cuando Milei madure va a ser un buen peronista. La segunda, que Milei es revolucionario. Por el momento dejaré la primera afirmación. La segunda es producto de confundir revolución con acontecimiento.

Si bien toda revolución es un acontecimiento, no todo acontecimiento es revolucionario. La cualidad de lo revolucionario y en su extremo limite, de la revolución, es la subversión del modo de producción de personas y de bienes. La defensa absoluta de la propiedad privada, especialmente de los mecanismos de producción, es fundante del modo capitalista. Todo aquello que lo consolide es contra revolucionario y definitivamente reaccionario.

Esta explicación es simple, aunque no necesariamente errónea, según señala el principio de parsimonia de la navaja de Ockam. El “efecto Milei” es un acontecimiento.  Y un acontecimiento es todo aquello que cambia el horizonte de lo posible. Hace tres años un Milei Presidente era imposible, incluso de ser pensado. Hubo un antecedente: un Macri Presidente tampoco pudo ser pensado y menos anticipado.

Todavía la perplejidad y la bronca dominan el escenario de la militancia política y cultural.

Desde ya, la posición frente al acontecimiento depende de la implicación subjetiva y objetiva de cada uno y cada una. O sea: posicionamiento de clase. Siempre me sorprendió como aquellos y aquellas que niegan la lucha de clases, la ejercen sin piedad hasta el extremo de la masacre y el exterminio.

Frente al acontecimiento hay una divisoria de aguas que es conveniente tener presente: pensarlo como causa o pensarlo como efecto.  Desde ya, todo efecto genera causas de nuevos efectos. A mi criterio, el acontecimiento Milei da cuenta de lo que hace años, en realidad hace décadas, denominé “efecto ornitorrinco” y singularidad bizarra.

El ornitorrinco es uno de los pocos mamíferos que nacen de huevo. Y que además producen veneno. Milei pretende haber nacido de un huevo por fuera de la enorme placenta estatal. Su producción de veneno ha tomado la marca de la motosierra y el “¡afuera!”. Su peluca melena de león mimoso, vegano, lo ha convertido en un icono del bizarrismo.  A pesar de haber escrito sobre el “alucinatorio político social” no anticipé ni ahí que un cabal ejemplo del efecto ornitorrinco iba a ser Presidente. Lo que habla muy mal de todos los grandes mamíferos que lo dejaron crecer y crecer y crecer.

Entre tantas cosas que se pueden y se deben decir, el efecto Milei es ser el peor heredero del 2001. El que se vayan todos, fue recuperado por los “anarco capitalistas” que lo reciclaron en su cruzada contra la casta.  Obvio, sólo la partidaria. La empresarial, militar, policial, clerical no son mencionadas, menos denigradas, sino que idealizadas. El creador y su voluntad es la casta de todas las castas. Y lo ha invocado, aunque pienso que, en vano, pero esto está por verse.

El otro invocado como creador es el primer elegido: la comadreja de los llanos, según la acertada definición de Pino Solanas. Milei resucita a Macri y a Menem. Quizá porque muerto el perro nunca se acaba la rabia. Y el 2001 no sólo fue contra De la Rúa y la Alianza; fue contra el menemismo, pero la historia se escribió arrancando esas páginas. El peor (para mí) heredero del 2001 agitará el que se vayan todos, pero con el condicionante de que se queda él. Todos no:  ellos.  Yo (o sea él) me quedo.

Lo que nadie sabe, ni siquiera él, por cuánto tiempo.

Para los que vendrán, para los que están en condiciones de absoluto desamparo, al menos les debemos sostener la batalla cultural. Y ganarla. Para que el próximo acontecimiento sea revolucionario y el efecto ornitorrinco sea desplazado por el efecto combatiente.

Que se vayan todos. Pero Evita y el Che quedan.

Pintura: Leonora Carrington


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