Hace poco escribí -dice Alfredo Grande- que la pedofilia no era una orientación sexual sino una desorientación mental. Ya que vulneraba el principio general de equivalencia, base de la cultura no represora. En otras palabras: la pedofilia supone una relación jerárquica, la más atroz de las asimetrías. Pero los manifiestos pedófilos lo equiparan con cualquier orientación sexual.