Auschwitz, Jujuy y la maldad

Sobre la bondad, el pretendido bien

Se declaman los derechos, pero no se facilitan las condiciones materiales para ejercerlos. Es una declaración de derechos a personas que están encadenadas. Las violaciones sistemáticas de los derechos humanos convierten en campos de concentración incluso a una provincia.

|

Por Alfredo Grande

(APe).- Hace varios años, aunque en rigor de verdad, hace algunas décadas, leí un libro de Konrad Lorenz “Sobre la agresión, el pretendido mal”.  Como algunos saben, soy adicto a los títulos. Pero esta vez leí todo el libro. Curiosamente, y no tanto, vincula -al igual que Freud- la agresión con la autoconservación. Individual y de la especie. La defensa de la conservación propia, individual, vincular, grupal y social, pareciera una exigencia universal. Lo dificil es establecer de qué tipo de conservación hablamos. Lamento lo binario: conservación de derechos o conservación de privilegios. No es lo mismo, sino que es lo opuesto. Y esa dinámica de oposiciones, que algunos llaman más apropiadamente lucha de clases, construye la subjetividad individual, vincular, grupal, social e institucional.

Hablar de la bondad, remite a su opuesto. La maldad. En una cita robada en los jardines de internet leo:

¿Qué evento se ha registrado en la historia que alerta al mundo sobre la maldad humana? Czeslawa Kwoka, polaca, 14 años. Asesinada en el campo de exterminio de Auschwitz el 18 de febrero de 1943 con una inyección de fenol en el corazón. Sólo vemos la cara de una niña aterrorizada, que ni siquiera hablaba su idioma y que había perdido a su madre unos días antes. Fue una de los aproximadamente 250.000 niños y menores ejecutados en Auschwitz-Birkenau.

Creo que no solamente habla de la maldad.  Sino de la crueldad. Que la he definido como la planificación sistemática del sufrimiento. No es habitual pensar que la crueldad sea una política pública. Pero lo es y no solamente en dictaduras, estados totalitarios, regímenes del terror.  Hay crueldad de guante blanco. Más por omisión que por acción. Porque no dar lo necesario no es lo mismo que quitarlo, pero se le parece demasiado. Y, veces, en realidad, muchas, en el marco de la cultura represora, las cosas son como parecen. O sea: se declaman los derechos, pero no se facilitan las condiciones materiales para ejercerlos.

Es una declaración de derechos a personas que están encadenadas. No hubo capitalismo serio y por lo tanto los derechos humanos son puro cuento. Las violaciones sistemáticas de los derechos humanos convierten en campos de concentración incluso a una provincia. Los 250.000 niños y niñas asesinados en Auschwitz-Birkenau siguen siendo asesinados por un arma de destrucción masiva que se llama hambre. Y no solamente de comida. Por eso escribí El Crimen de la Paz. Porque los ángeles de la muerte también se votan y se aclaman. La creencia en la bondad de la democracia representativa ha sido desplazada por el no voto o por el voto en blanco. La democracia ha quedado en blanco. Blanca de ideas. Y como más allá y más acá del juicio a las juntas nunca se enjuició a las fuerzas armadas como institución, otra batalla cultural se ha perdido.

ac1

Leo en Tiempo Argentino: Las palabras de Luciana Fernández en marzo de 2023 dan cuenta del funcionamiento cotidiano del Centro de Formación Pre Militar «Manuel Eduardo Arias» en la localidad de Libertador General San Martín. No es la única en la provincia. En un contexto de aumento de la violencia institucional en Jujuy, con distritos militarizados, las imágenes que se difundieron en las últimas horas de chicos en pleno entrenamiento castrense dan cuenta de un fenómeno que crece en esa región norteña: las academias militares para niños y jóvenes. La «Manuel Eduardo Arias» recibe a chicos de 8 a 18 años de edad. Las jornadas de trabajo se desarrollan en el club Herminio Arrieta los miércoles y viernes de 19 a 21.30 y los sábados de 8 a 12. Van de enero hasta la última semana de diciembre. La inscripción anual es de mil pesos, y luego deben abonar una cuota similar por mes. Como ya he escrito, la derecha siempre tiene razón. Pero es una razón represora. Y militar.  El padre de la Patria es un militar. De combate hasta que lo mandaron al geriátrico de Boulogne Sur Mer. El primer trabajador también es un militar. Y ahora los civiles son más papistas que el Papa. O sea: más militares que Roca, el de la estatua en Bariloche.

La doctrina del exterminio de las minorías, y de algunas mayorías molestas, volvió o nunca se fue. La Argentina, cuya identidad autopercibida es federal, en realidad, es de una multiplicidad de unitarismos. La Argentina es un país militar. La bandera actual cuando yo era niño era la bandera de guerra. Había otra sin sol. La bandera de la paz. No se la encuentra más. Los malones de la guerra son aplaudidos. Los malones de la paz son ignorados.

La militarización de nuestra cultura es un viaje de ida. Los soldaditos del narco no son los únicos soldaditos que supimos conseguir.

En algún momento, la vicepresidenta dijo que el peronismo tenía un ADN militar. Se quedó corta. La democracia fue clonada y ahora es una democracia militarizada.

En la actualidad de la cultura represora, la bondad de la democracia es apenas un pretendido bien.

Foto de portada: Tiempo Argentino


Suscribite

Suscribite al boletín semanal de la Agencia.

Sobre la fundación

Fundación Pelota de Trapo nació hace décadas para abrigar de las múltiples intemperies a niñas y niños atravesados por diferentes historias de vulnerabilidad social.

Sobre la agencia

Agencia Pelota de Trapo instala su palabra en una sociedad asimétrica, inequitativa, que dejó atrás a la mayoría de nuestros niños y donde los derechos inalienables de la persona humana solo se cumplen para unos pocos elegidos por la suerte