La muerte del periodista rosarino Leonardo Graciarena conmovió por lo que Carlos del Frade define: “vivir con la angustia derivada de la avaricia del poder de parte de los patrones de los grandes medios genera una muerte por implosión”. Su corazón respondió a estos estímulos y dijo basta. “Al final siempre estamos solos”, dice aún su estado de whatsapp. Pero se equivocó.