La otrora clase pasiva ejerce por derecho propio una actitud corajuda, valiente, coherente, consistente y creíble una parte fundamental en esta etapa de la batalla cultural por una segunda y definitiva independencia. Por eso, creen, viejos y viejas deben ser exterminados. Porque tienen recuerdos, memoria histórica de cuando la idea y la motivación correspondían a horizontes revolucionarios.