La baja de aranceles para el glifosato, la atrazina y el 24-D facilita aun más la entrada de los venenos que han estragado pueblos, vidas de niños, pulmones y embarazos en zonas declaradas de sacrificio para la rentabilidad agroindustrial. La resistencia al veneno y la cantidad de agrotóxicos a aplicar crecen cada año. La Argentina es el tercer país más fumigador y fumigado del mundo.