Las niñas y niños son nativos digitales cautivos. En el mejor de los casos. A los más ancianos les abren las puertas de la jaula, pero no tienen dónde ir. Pero infancias y vejeces apenas sobreviven y subviven en los territorios diezmados de la naturaleza cultural analógica. Jaulas a cielo abierto, parafraseando a Alberto Morlachetti.