Di María vuelve a la ciudad archipiélago. Sus gambetas, su presencia, irán mucho más lejos de la cancha chica del fútbol y aparecerán en la cancha grande de la realidad, allí donde las reglas de juego parecen inmutables pero entre las cuales las grandes mayorías hacen de noticias como ésta una mínima pero palpable alegría para seguir peleando por un resultado diferente en la historia.