Las chicas y los chicos de la escuela de Intiyaco, al igual que la pibada en la secundaria de Fortín Olmos o en la de Hersilia, están preocupados por el futuro laboral, por la democratización de la droga y por los precios de los alimentos, fijados desde Buenos Aires. Ellos intentan recuperar fábricas y prácticas de producción de comida sana.