A quince años de la desaparición de Luciano Arruga, hay entramados institucionales que persisten en el tiempo. En contextos de marginalidad en los que la palabra futuro sigue siendo inasible. Hay preguntas imprescindibles. Entre ellas ¿a qué responde la nueva oleada de asesinatos en el conurbano bonaerense en este presente cuando el garantismo es una obscenidad tan profunda como la justicia social?