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A Loan lo desaparecieron. Ni se perdió ni desapareció: lo desaparecieron desde una asociación criminal que ni siquiera opera en los sótanos de la democracia. Desde donde surgen dos cuestiones: que aparezca y que no sigan desapareciendo niñas y niños. En una planificación sistemática del sufrimiento.
Por Alfredo Grande
(APe).- Mientras escribo este trabajo, me doy cuenta de que me estoy hundiendo en el pantano que pretendo denunciar. Denunciar a la trampa, implica caer en ella. Con el agravante de que la trampa es muy sofisticada y nos enfrenta una vez más a las paradojas de la cultura represora.
Uno de los últimos ejemplos era cuestionar la ley ómnibus, pero llamarla ley Bases. Bases remite a un imaginario fundacional de fuerte impronta de Alberdi. Una organización politica post batalla de Caseros. Más allá que pocos y pocas se opusieron, llamarla Bases es subirle desmesuradamente el precio a una nueva restauración conservadora. Si las bases es el hambre planificada, la economía de penuria que hace más de 20 años definió el economista Jorge Beinstein, mucho huele a podrido en la Argentina.
A Loan lo desaparecieron. No desapareció, no se perdió, no tomó el bus equivocado. Lo desaparecieron desde una asociación criminal que ni siquiera opera en los sótanos de la democracia. Hace décadas la hermana Pelloni denunciaba la compra venta de bebés bajo los auspicios de monseñor Baseotto. Hay dos cuestiones: que aparezca y que no sigan desapareciendo niñas y niños. La cultura represora, representada por funcionarios, periodistas, han centrado en Loan toda lucha por los derechos humanos. Ha quedado una vez más demostrado que la familia puede ser, y muchas veces lo es, una asociación ilícita para la explotación, abuso, incesto, mano de obra gratis, de niñas y niños.
La foto del último almuerzo es una de las tantas pruebas de las infamias. No en vano he preferido hablar de familiaridad no de familia. En la Agencia hemos publicado sobre las nuevas familiaridades. La familia, cuyo origen es la servidumbre organizada para el bienestar del patriarca, no es ajena a la desaparición de Loan. La institución de las tratas tampoco. Policía, políticos, clérigos, empresarios, son miembros activos y cotizantes del Club Pedófilo Prostibulario. Anticipo que más allá y más acá de los destinos de Loan, el Club seguirá actuando. Desconozco si tiene personaría jurídica, pero sí sé que su membresía es internacional.
La situación de Loan es desgarradora. También es desgarrador que toda la bazofia reaccionaria se lave las manos clamando por su aparición. También desaparecieron a niñas niños que siguen teniendo hambre, además tienen tristeza y desesperación; desaparecieron jubilados que comen una vez por día, o por semana, pronto dará lo mismo.
Lo que se llama el precariado excedentario se mide por millones. O sea que aún falta para que el sistema predador cumpla la profecía exterminadora.
Loan hoy es el Santiago Maldonado de ayer. La misma ministra degrada ambas situaciones. Gendarmería, algunas familias, son fuerzas de ocupación en la subjetividad de niñas, niños, adolescentes. El abuso sexual anticipa el abuso político.
Las víctimas, en otra de las paradojas de la cultura represora, terminan defendiendo a sus victimarios. Más como estrategia de supervivencia que como cooptación subjetiva. Pero los efectos son letales.
Claudia Rafael nos señala: Loan tiene 5 años. En un mundo en el que alguien, como parte de una estructura de perversidades, le puso una linterna sobre el rostro y le marcó el sello de descartable. Cuando, en verdad, a los niños y niñas hay que tatuarles en el alma y en la piel los sellos de la rebeldía, de la risa, de la dignidad. Cuando hay que abrirles todas las puertas camino a una sociedad sin espanto ni crueldad.
La crueldad no es otra cosa que la planificación sistemática del sufrimiento. El espanto termina uniendo más que el amor. Sigue vigente la pregunta: ¿qué hacer? Prefiero seguir preguntando que resignarme a no hacer nada. Que siempre es hacer algo: seguir durmiendo con el enemigo.
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Fundación Pelota de Trapo nació hace décadas para abrigar de las múltiples intemperies a niñas y niños atravesados por diferentes historias de vulnerabilidad social.
Agencia Pelota de Trapo instala su palabra en una sociedad asimétrica, inequitativa, que dejó atrás a la mayoría de nuestros niños y donde los derechos inalienables de la persona humana solo se cumplen para unos pocos elegidos por la suerte