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Por Claudia Rafael
(APe).- El diario íntimo adolescente de Carmen Elizabeth Oviedo Villalba, “Lichita”, se terminó abruptamente el 3 de diciembre. Como 76 años antes concluyó violentamente el de Anna Frank, en un escondite de Amsterdam, a sus 15 años, un 1 de agosto de 1944. Aquel 3 de diciembre, Lichita había quedado sola en un improvisado campamento en medio del monte paraguayo porque estaba herida en la pantorrilla izquierda y en la cabeza. Su hermana, su prima y su tía habían salido a buscar algo de comida y de agua. Y cuando regresaron, una nueva pesadilla las despertaba definitivamente. Lichita ya no estaba. Como otra pieza de la tragedia, organizaciones de derechos humanos confirmaron ayer que sus dos primas de 11 años fueron atrapadas con vida por el ejército paraguayo y luego ejecutadas.
Laura Taffetani (Gremial de Abogados); Marisa Graham (Defensoría Nacional de Niños, Niñas y Adolescentes) y el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel (Serpaj) desentrañaron en conferencia de prensa parte de esa historia, que es de carne y hueso, y deja al desnudo una vez más en la vida misma de la humanidad, cómo la infancia es arrasada y apuntada con los cañones del terror. Cada detalle de aquellos últimos días de 2020 se conoció a partir del relato de dos de las chicas que sobrevivieron, lograron reingresar a la Argentina el 23 de diciembre y volcaron su testimonio ante la Relatoría de Ejecuciones Extrajudiciales y el Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas. La historia comenzó antes aún. Corría todavía 2019 cuando las niñas, junto a Lilian Mariana (hija de Myriam Villalba) y María Carmen (hija de Laura Villalba) –ambas de 11 años- viajaron desde Misiones (donde vivían desde hace una decena de años) a Paraguay porque tenían la íntima necesidad de ver a sus padres. Allí, parte de su familia integra el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). Debían regresar para el inicio de clases, en marzo de 2020. La pandemia hizo estragos en el mundo y a todas ellas les significó quedar ancladas en Paraguay y ya no poder emprender el regreso a la Argentina.
El 2 de septiembre mientras desayunaban, las dos niñas de 11 fueron secuestradas por la Fuerza de Tarea Conjunta, brazo armado del Estado paraguayo creado especialmente en 2013 para combatir al EPP. En la conferencia de prensa, Laura Taffetani reconstruyó cómo las niñas fueron luego torturadas, quemadas sus ropas (y por lo tanto, las pruebas), vestidas con uniforme de guerrilla, asesinadas y enterradas. De allí lograron huir Laura Villalba (madre de María Carmen y tía de Lilian), las mellizas Carmen Elizabeth y Tamara Anahí (hijas de Carmen Villalba, presa política) y Tania Tamara.
El cambio de ropas en las dos niñas asesinadas no fue azarozo. Buscan sustentar, con la histórica mecánica de plantar pruebas, la teoría estatal de que el EPP sostiene campamentos infantiles de logística guerrillera de cara a la formación de combatientes. En un operativo criminal aplaudido por el presidente del Paraguay, Mario Abdo Benítez, que festejó –desde su cuenta de twitter y con una foto de él mismo pertrechado para la guerra- el crimen de Lilian Mariana y María Carmen como “un operativo exitoso en contra del EPP”.
El monte cobijó a las cuatro sobrevivientes del ataque durante 79 días, en que campesinos las iban guiando y sosteniendo mientras el ejército paraguayo las perseguía con helicópteros y la música de fondo de las balas estatales las atemorizaban noche tras noche, día tras día. Las dificultades de movimiento para Lichita eran mayores por la herida de bala. El 20 de noviembre la tragedia las arrasó nuevamente. Tres campesinos que las guiaban fueron asesinados por la Fuerza de Tarea Conjunta y Lichita resultó herida nuevamente, esta vez por un raspón de bala en la cabeza.
El relato ante organismos internacionales de Tamara Anahí y Tania Tamara –hecho público en la conferencia de prensa- terminó por desentrañar los últimos instantes que se conocen de Lichita quien aún hoy permanece desaparecida en algún rincón del Paraguay profundo.
“El gobierno paraguayo debe saber que los crímenes cometidos contra las dos niñas son de lesa humanidad y esos no prescriben nunca”, pronunciaba Adolfo Pérez Esquivel en la rueda de prensa. Y remarcaba el concepto una y otra vez con la sabiduría y la firmeza de décadas combatiendo al terrorismo de Estado.
Laura Taffetani apelaba a la memoria de largas luchas en defensa de los derechos humanos para demostrar cómo los estados del terror plantan pruebas y borran o queman evidencias en el Paraguay del presente al igual que en dictaduras del pasado. Y habló “del Estado infanticida paraguayo, continuidad de la dictadura stronista”.
De todo el grupo, Lilian Mariana y María Carmen, ambas de 11, fueron ejecutadas por el ejército. Carmen Elizabeth (Lichita), de 14, se encuentra desaparecida. Laura Villalba (mamá de María Carmen y tía de Lilian, Lichita y Tamara Anahí), de 36 años, fue detenida el 24 de diciembre por el ejército paraguayo y continúa encerrada en un cuartel a partir de que le plantaran una mochila de armas y municiones. Tan solo Tamara Anahí, de 14, melliza de Lichita, y Tania Tamara, de 19, pudieron regresar con vida a la Argentina.
El diario de Lichita se interrumpió violentamente el 3 de diciembre y quedó, como el de Anna Frank, detenido como pintura misma de la historia. A los 14 años un diario infantil desnuda sueños, habla de miedos, garabatea esperanzas.
Cuando en aquel agosto de 1944 irrumpieron los nazis en el mundo oculto de la pequeña judía holandesa, ella había escrito que “sigo buscando la manera de llegar a ser la que tanto querría ser, lo que yo sería capaz de ser, si... no hubiera otras personas en el mundo”. Los sueños de Lichita aún deambulan por allí, sin un diario que los refleje, desaparecida, como botín de un estado terrorista a pesar de la legalidad de los votos. En un país en el que el 2 por ciento de la población posee el 80 por ciento de la tierra.
Edición: 4147
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