Los otros cuadernos

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Por Bernardo Penoucos

(APe).- El cuaderno húmedo en el que escribe un pibe encerrado en el Instituto y en el que cuenta amores a su madre y penas y torturas a sus días. El cuaderno roído en el que el cartonero hace cuentas de leches y panes y suma y suma pero da resta y noche e invierno. El cuaderno en el que la piba anotó el miedo de salir a la calle, el miedo al acoso y el miedo al hombre colonizado por el patriarcado.

El cuaderno de la referente barrial que hizo de su casa un comedor, dos comedores e infinidad de horizontes y que sin embargo anota lo que falta y lo que faltara mañana y todo lo que nunca termina de llegar.

El cuaderno de la docente que por pura crueldad sistémica hoy es muerte pero también es texto que otros y otras continúan para que la memoria no falte.

El cuaderno de la niña y el niño que buscando el calor del subte escriben alucinaciones de otros mundos que sean distintos al que hoy les es negado todos los días y todas las noches de helada y de sueño.

El cuaderno de secundario de Facundo Ferreyra y el de Luciano Arruga, el cuaderno de tatuajes de Santiago Maldonado, el cuaderno mapuche de Rafael Nahuel.

El cuaderno de Chicha Mariani y en él todos los abrazos para Clara Anahí y la tristeza de la muerte y la esperanza del la semilla indestructible e inamovible.

Todos los cuadernos y todas las hojas que se escriben en el andar cotidiano, en la construcción de un texto distinto, en la porfiadez de un suelo mejor.

Allí, en esos millones de textos, se escribe la historia cotidiana, se arman los puentes, se tejen lentamente las redes. No son fotocopias ni cuentan millones, no cotizan en bolsa ni firman acuerdos con los organismos de des-crédito internacional.

Pero están. Laten. Se escriben.

Y tienen la peligrosa costumbre de no acostumbrar a parar ni aunque haya viento, ni aunque haya grieta, ni aunque haya hambre ni aunque haya ausencia.

Están.

Laten.

No claudican.

Y no se borran ni con la lluvia del miedo, ni con la amenaza del tiempo, ni con los gritos del terror.

Edición: 3688


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