La lección de las cocineras valientes

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Por Sergio Alvez

(APe).- Aunque pocos medios dentro de la provincia -y ninguno por fuera de ella- lo reflejen, Lidia, Antonia y Claudia, tres cocineras escolares, consiguieron esta semana una conquista laboral de ribetes históricos para su sector. Estas mujeres, desde hace años, cada día de su vida se despiertan al alba, encienden fogones –a leña o a gas según el caso- preparan el mate cocido –con leche o sin, según el caso- y sirven el pan a los niños y niñas de las escuelas más humildes de la tierra colorada. Después viene el almuerzo o la merienda. Limpiar todo. Dejar todo ordenado para el día siguiente.

A mediados de junio, hartas de la explotación laboral a la que están sujetas pese a lo imprescindible de sus funciones, Lidia, Antonia y Claudia, en representación de casi 80 mujeres cocineras escolares de toda la provincia, descansaron la olla y la pava para iniciar una huelga sin precedentes en el sector. Reclamaban, en principio, ser reconocidas como personal no docente del sector educativo y dignificar sus salarios.

Es que las cocineras, para el Consejo General de Educación de Misiones, son sujetos de la más terrible explotación. Se las contrata en negro. No tienen obra social ni aguinaldo ni asignaciones. A junio de 2017 se les pagaba 3 mil pesos por mes sin recibo de sueldo. Y como si fuera poco, al llegar diciembre se les deja de pagar hasta que reanude el ciclo lectivo, es decir en marzo. Así cada año, hasta que decidieron decir basta.

El gobierno provincial intentó quebrar la protesta- que fue activamente apoyada por el Movimiento Pedagógico de Liberación (MPL) dilatando respuestas a los reclamos, apostando al desgaste.

Las valientes cocineras redoblaron la apuesta, e iniciaron un acampe con huelga de hambre en uno de los salones de la Escuela de Frontera 607, en Montecarlo. Fueron casi diez días de ayuno, en los cuáles las tres llegaron a descomensarse y debieron ser asistidas.

Pero la lucha dio sus frutos y en la mañana del lunes 3 de julio, autoridades del Consejo General de Educación arribaron al acampe y por medio de un acta se comprometieron a –en un lapso no mayor a 90 días corridos- incorporar a todas las cocineras escolares de la provincia a su planta de personal no docente, lo que además de mejoras en las condiciones laborales traerá aparejado recomposiciones salariales y estabilidad laboral.

Entre lágrimas, Lidia, Antonia y Claudia, levantaron la huelga, y pudieron al fin, con los recaudos médicos del caso, recibir alimentos sólidos. Aunque quizás no puedan tomar conciencia ahora, ellas escribieron -en tiempos de deforestación de derechos laborales- un capítulo enorme en la historia de las mujeres trabajadoras de la región.

“Venimos trabajando a través de un convenio con la Municipalidad, en negro; tenemos que pagarnos el monotributo, contador, descuento del banco… con eso nos queda menos de 2500 pesos a muchas de nosotras. Cocinamos todos los días para cientos de chicos, limpiamos, entramos a las 7 y nos vamos a las 15 porque rige la jornada extendida, no tenemos obra social ni aguinaldo ni estabilidad laboral. Cuando llega diciembre se corta el sueldo y tenemos que trabajar en casas de familia o changas para poder sobrevivir. Pero ahora con esta lucha pudimos lograr cambiar esta realidad, mostrar nuestro sufrimiento y hacer que todas las cocineras de la provincia sean finalmente reconocidas como trabajadoras del Estado” le dijo a Pelota de Trapo, Antonia, una de las cocineras.

“Trabajar con chicos siempre es demandante, y nosotras trabajamos con chicos que muchas veces vienen con hambre a la escuela. Si nosotras no estamos o faltamos, esos chicos no comen. Nuestro rol es fundamental, pero aún así estábamos sometidas a un regimen de casi esclavitud. Por eso llegamos a este extremo” agregó Lidia.

Para Carlos Duarte, docente y secretario gremial del Movimiento Pedagógico de Liberación, el logro de las cocineras resulta paradigmático, pero él apunta a un cuestionamiento de vieja data, y que tiene que ver con la irresponsable vigencia de las jornadas extendidas en establecimientos escolares que no cuentan con infraestructura y recursos adecuados. “Todas las escuelas deben tener infraestructura y equipamiento adecuado: aulas y oficinas necesarias, salones de talleres, laboratorio, biblioteca con capacidad mínima de 30 alumnos sentados, mobiliarios necesarios. Comedor con los muebles, las vajillas y utensilios necesarios, además de personal encargado de servir la comida en un número de un camarero cada 70 personas como lo establecen las normas. Cocina con despensa y equipo de refrigeración, cuando la comida es elaborada dentro del local escolar se deben tomar los recaudos necesarios ya que existe una gran cantidad de enfermedades asociadas a la incorrecta selección, conservación, manipulación y preparación de los alimentos que en muchos casos son graves; se debe contar con un cocinero y ayudante de cocina” observa Duarte.

En Misiones, sin embargo, este ideal está muy lejos de cumplirse. En este marco, las cocineras valientes dieron una lección de dignidad, que modificará un aspecto importante de un problema mucho más amplio, que en realidad está enraizado en la misma concepción e implementación del sistema educativo.

Edición: 3389

 


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