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Por Carlos Del Frade
(APe).- -Cuando el narco paga la consulta del médico, la internación, el sepelio, un electrodoméstico, la fiesta de 15, se transforma en líder social y ha sustituido al Estado como vertebración de la sociedad. La droga nos está manejando algunos barrios y la existencia de la droga como un problema social gravísimo está haciendo que los delitos sean más violentos, por eso es importante encarar la lucha contra la droga dentro del programa de lucha contra la inseguridad… el combate final como represión a aquellos que venden droga en todos los países está a cargo del Estado federal, no está a cargo de las provincias o los estados subnacionales – dijo Juan Schiaretti, gobernador de la provincia de Córdoba el último quince de mayo de 2016.
No es una confesión habitual entre gobernadores de los principales estados argentinos. Al contrario. Hay una negación de la dimensión del problema.
Pero la realidad aparece más allá de los dichos o las negaciones de los gobernantes.
-El consumo de sustancias y la violencia cambiaron el paradigma de atención en los dispensarios. Tenemos que abordar la intolerancia y por eso nuestros equipos trabajan con los pibes más complicados. Hace décadas se atendían en los dispensarios las enfermedades infecciosas, luego vinieron las crónicas (como la diabetes y la hipertensión) y ahora tenemos que atender las relacionadas al consumo de sustancias, la violencia y los accidentes– dijo, hace pocas horas, el secretario de Salud Pública de Rosario, Leonardo Caruana.
Por otro lado, las cifras oficiales del llamado Sistema Integrado de Emergencias Sanitarias también de la cuna de la bandera marcan que “las situaciones de violencia son el tercer motivo de llamados” y que una de cada diez salidas de las ambulancias públicas es para asistir a una víctima de peleas callejeras, heridos de bala o arma blanca.
En esas profundidades cotidianas de los barrios cordobeses y rosarinos, tucumanos y mendocinos, porteños y bonaerenses, salteños y entrerrianos; en esos lugares donde antes había empleo, deporte y alegría, hoy el estado virtuoso está presente por algunas horas, nada más. Después aparece el estado de forma corrupta, aquellos que regulan los negocios ilegales del capitalismo como las armas y la venta de estupefacientes.
Es el caldo del que emergen protobandas de pibas y pibes cada vez más chicos que intentan, a través del miedo y la exageración de sus propias formas violentas, quedarse con el supuesto dominio barrial. Migajas del tiempo cósmico que serán sacrificadas ante la demanda del dinero de parte de los verdaderos dueños de casi todo que, por supuesto, no viven en esas geografías, sino en los centros de estas provincias argentinas.
La violencia, más que nunca, parece ser una herramienta del capitalismo para inocular miedo y justificar el uso de las fuerzas de seguridad en los territorios estragados por la falta de presente.
Reconocer o no la realidad debería ser el primer paso para enfrentar el problema contra todas esas formas de hipocresía que, como siempre y sin error, se descargan contra los desesperados.
Edición: 3174
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