¿Y el presidente? Azul quedó

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Por Alfredo Grande

(APe).- Hace algunas décadas, un humorista, actor y conductor radial, Juan Carlos Mareco, cuyo nombre artístico era Pinocho, hacía un sketch que siempre me pareció gracioso. Un funebrero le contaba a un interlocutor sobre los desaciertos de un conocido que, a pesar de todas las advertencias, seguía cometiendo graves errores que lo llevaban a un triste final. El relato estaba salpicado de muchas peripecias que, contadas en clave de sarcasmo, resultaban hilarantes. El permanente remate era cuando el amigo le preguntaba a Mareco: “¿y su amigo? Y la demorada respuesta era siempre: “azul quedó”. En realidad, era una forma grotesca de cronicar una muerte anunciada.

Hoy podríamos pensar en escribir la crónica de un papelón anunciado. O sea: los papelones, los actos fallidos, los sincericidios, no son producto de un mal momento. Lo que aparece en un instante, es producto de una lenta preparación que generalmente está oculta. Pero que puede recuperarse. Quizá comenzó con la mimosa caricia al presidente saliente, que no fue depuesto, pero al menos fue expuesto como uno de los mayores entregadores y traidores a los intereses que había jurado defender.

La patria todavía no se lo demandó y mucho menos pidió la indemnización que correspondería. Esa caricia era un adiós al amigo.
También fue penoso y vergonzoso cuando el padre de la democracia, primer presidente después del genocidio, recibió el bastón de mando de un asesino de uniforme. La situación que nos ocupa y que nos divierte, aunque como dice el Marín Fierro, “nunca faltan encontrones cuando un pobre se divierte”, confirma que la historia se repite como farsa. No se trató de una despedida, sino de la humillante bienvenida al gerente general del empresariado español, cuya identidad autopercibida es Presidente del gobierno español.

Como todos sabemos, los negocios necesitan de una épica y una ética perversa para que todos parezcan “buenos muchachos”. La ética de la ayuda, de la colaboración, del apoyo internacional, de la idealización de los organismos financieros, el cinismo del gerente del empresariado español que ofrece como dádiva lo que en realidad nos pertenece y que nos fue saqueado. La deuda externa de nuestra América es proporcional a los tesoros robados de nuestras tierras.

El presidente cambia la identidad de género de la Malinche. La mujer originaria del actual estado mexicano de Veracruz que terminó de amigovia del conquistador Cortés. La entrevista entre el gerente y el Malinche quedará grabada como una muestra del goce ante la violación consentida. El Malinche se relajó y gozó. Pero el inconsciente político histórico social insiste e irrumpe con la violencia insuperables memes y caricaturas. Quizá no sean la única verdad, pero es la verdad que me interesa destacar. Una afirmación consagrada es que una imagen vale por mil palabras. Y mucho antes de la era digital.

El meme es imagen y es texto. Mezcla extraña entre caricatura y grafiti.

Al Malinche le hablaron con el corazón popular y él les contesta con el Inadi. Y el gran remate fue definirse como “europeísta”. Solo faltaba decir que le gustaría tirar margarina al techo. Reconozco que no es fácil quedar a la derecha del presidente brasilero. Me refiero a la derecha cultural, elitista, aristocratizante. En términos populares: garca. Podría contestarle, aunque inútil sería, que si los brasileros vienen de la selva, los conservadores garcas vienen de puerto madero. Que de popular, nada, pero nada de nada, tiene. Solo faltaría decir que los días más felices fueron los del virreinato.

Porque el Malinche sonríe y goza haciendo de chirolita del rey. Tenemos otra vez Virrey. Si lo sabíamos, ya no podemos ignorarlo. Digo nosotros, porque ellos lo justificarán hasta el momento que le baja definitivamente el pulgar la inventora y responsable intelectual del engendro. Si el Malinche fue el arma, la orfebre fue la actual presidenta vitalicia. Obviamente, nada dijo, porque siempre es difícil servir a dos amos. Debe estar practicando pinchar la pelota para hacer un gol antológico. La señora lo da, la señora lo quita, bendita el nombre de la señora. Ante la obscenidad del alucinatorio político social de estos días, es necesario que la realidad verdadera nos sacuda un mucho.

Nuestra Silvana Melo escribe: Es impensable un wichí o un diaguita en la presidencia de la Argentina. Pero sí es posible un aymara en Bolivia o un hijo del encuentro de Cajamarca en Perú. Un maestro rural moreno que se dice marxista y que arrastra el conservadorismo social y sexual de los pueblos que emergen. Que trae el adn del sueño ambicioso de Pizarro y la dignidad altiva de Atahualpa. La mixtura fatal del invasor y el origen. Una alquimia que sigue atravesando el destino desigual de esta tierra.

No se cuántas dosis, pero este texto es vacuna y es antídoto contra el tóxico letal del Malinche.

Como hubiera preguntado el interlocutor de Juan Carlos Mareco: ¿Y el Presidente? Y Pinocho hubiera contestado: “azul quedó”.

Edición: 4335


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