Volar sin alas

En cada vida se repliegan y despliegan muchas vidas. En el mejor de los casos, esas vidas son sostenidas y conservadas como nuestro más bello tesoro y como el justo legado que nos debemos a nosotros mismos. Solamente rechazando la vida por mandato podremos encontrar la vida por deseo.

Por Alfredo Grande

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“La vida es como nosotros la hacemos. Y en cada vida se repliegan y despliegan muchas vidas. Sin darnos cuenta, en el peor de los casos transitamos una diversidad de ideas, sensaciones, deseos, motivaciones, que muchas veces ignoramos. En el mejor de los casos, esas vidas son sostenidas y conservadas como nuestro más bello tesoro y como el justo legado que nos debemos a nosotros mismos. Solamente rechazando la vida por mandato podremos encontrar la vida por deseo”. (Alfredo Grande. del unipersonal Así no es la Vida)

(APe).- Le cortaron las alas siendo muy chico. Pero le obligaron a volar a pensar de que le resulta imposible. Castigos, desprecios, humillaciones, vejaciones, discriminaciones de todo tipo, porque no volaba. A nadie le importaba quién le cortó las alas. Siendo una víctima, lo empezaron a tratar como victimario. Como un atentado al modo de vivir occidental y para lo cual volar era un mandato. Volar y volarse que no es lo mismo, sino todo lo contrario.

Me consta que intentó volar sin alas. De varias maneras. Pero fue peor porque sólo servía para ser denigrado. Le decían: andá a volar, vago. Que no tuviera alas no parecía importante. Siendo muy chico dejó de intentarlo. Desistió totalmente de volar. Un dolor inmenso lo atravesaba cuando miraba para arriba y otras alas se agitaban y hasta llegaban a tapar la claridad del sol.

Se resignó, con rabia y tristeza, a arrastrar los pies en forma desganada. En una de sus lastimosas caminatas por las calles de tierra y barro, tropezó con una pelota. Una pelota de trapo. Se quedó unos minutos en silencio. Como si fuera una oración donde invocaba a dioses que nunca conoció. Primero la pateó. Suave. Para cuidarla. Muy lentamente, empezó a darle mayor ímpetu. La pelota de trapo aguantaba. El primer pelotazo no tardó en llegar. Y así el primer partido donde era atacante y defensor al mismo tiempo. Cansado se sentó al sol junto a la pelota. Alguien le preguntó que hacía. “Espero que el sol infle la pelota”.

El primero que se acercó despertó alarma. Pero rápidamente se calmó cuando observó que tampoco tenía alas. Cuando llegó el tercero, empezamos a jugar al “mete gol va de arquero”.  Apenas pararon unas horas y el primer partido de los sin alas empezó. Y ya nunca se interrumpió. Por más de 40 años.

Y entonces los partidos con la pelota de trapo de los sin alas empezaron a tener su espacio permanente en una agencia de noticias. Y los sin alas empezaron a volar nuevamente, porque siempre había alguien que encontraba la forma de leer un artículo, de compartir alguna foto, de conocer a los sin alas de todo el país.

Y entonces la pelota de trapo nunca más dejó de rodar.

Los sin alas rechazaron la vida por mandato y pudieron encontrar su vida por deseo.

Foto: "Pelota de Trapo" Hugo Lorenzo-Mención 22 concurso mensual Fotorevista.


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