Víctimas de desnutrición

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Por Sandra Russo

(APE).- Fueron los propios empleados de los centros de salud de Paraná, Entre Ríos, los que denunciaron una escandalosa merma de productos en los bolsones destinados a los chicos desnutridos y la eliminación, hace ya dos meses, de planes alimentarios para asistirlos. Entre Ríos es una provincia que cada tanto genera estupor por la manera negligente y casi cínica con la que el Estado trata a quienes integran sus propios y abultadísimos índices de desnutrición e indigencia. Este año murieron de hambre niños en Concordia, Gualeguaychú y Paraná. El detonante de este último incidente fue la muerte, el lunes de la semana pasada, de Joaquín Taborda, un bebé de dos meses que padecía desnutrición y sarna en grado extremo.

 

En el barrio Mosconi Nuevo, donde vive la familia Taborda -varios de sus otros integrantes también padecen tanto desnutrición como sarna- no hay agua potable ni sanitarios. En los últimos días, por el estado público que tomó el caso, hubo un desfile de funcionarios prometiendo una vivienda digna y asistencia. Parece que no fue por piedad ni conmiseración, sino que el defensor de pobres y menores provincial, Arsenio Mendoza, analiza las responsabilidades sobre la muerte del bebé, y no descarta presentar una demanda penal. Es que la madre de Joaquín denunció que en el centro de salud cercano a su casa le habían negado leche para sus hijos.

El de Joaquín no fue un caso aislado. En junio, un nene de cuatro años y que pesaba apenas 11 kilos murió por desnutrición. Su familia era de Villa Gobernador Cresto, y también en su momento denunció que los chicos, que estaban incluidos en un plan alimentario, dejaron de recibir ayuda sin mediar explicaciones. Un poco antes, en abril, otro nene de dos años murió desnutrido y deshidratado en Gualeguaychú.

En Entre Ríos hay 100.000 personas que dependen de los comedores escolares y comunitarios para alimentarse. Pero el Estado no está respondiendo. A los centros de salud los desbordan los hambrientos. En un solo lugar de Paraná, en el centro Pagani, hay 29 chicos y tres mujeres embarazadas registrados como víctimas de desnutrición. Empleados de ese centro dijeron que los envíos de bolsones de alimentos se están demorando hasta tres meses, y el último llevaba una carga de dudosa efectividad calórica y proteica: contenía solamente, para cada persona, cuatro kilos de azúcar, un kilo de leche y seis latas de corned beef: con eso se supone que alguien debe alimentarse todo un mes.

Mary Díaz, encargada de la distribución de los bolsones, dijo haberle planteado la situación desesperada a funcionarios de primera línea de Asistencia Social provincial. Es que por otra parte, en el centro de salud decidieron poner un cartel indicando que la mercadería sólo puede ser entregada a desnutridos, ya que es escasa. Pero la lógica perversa del sistema hace que aquel niño que ha superado la barrera de la desnutrición, quede afuera de la lista y de ese modo recaiga.

Es en esta provincia donde este año tuvo lugar el hallazgo de toneladas de mercadería podrida u orinada por ratas. Después de que fuera encontrada en los depósitos provinciales en ese espantoso estado, esos alimentos fueron incinerados.

Está muy bien emplear el término “víctima de desnutrición” y no “desnutrido”. Cuando alguien sufre desnutrición, es porque es víctima de la injusticia, la negligencia o el abandono de persona.

Fuente de datos: Diario La Nación 22-10-05

 


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