Lo nuevo y su nivel profético

Ves reír la biblia contra un calefón

Vuelve el mito anual de año nuevo. Desconozco los orígenes pero al menos pretendo entender los destinos. Lo nuevo del año es solo un día. A las 0 horas, del 2022 pasamos al 2023 sin solución de continuidad. Es lo que se denomina cambio catastrófico.

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Por Alfredo Grande

(APe).- En una de sus letras más conocidas, Enrique Santos Discépolo sentencia para toda la eternidad:  “Y herida por un sable sin remaches, ves llorar la biblia contra un calefón”. En mis años jóvenes la afirmación era enigmática. Mi padre una vez me lo explicó. El sable sin remaches era un gancho donde se colgaba el papel higiénico. En esos tiempos el calefón estaba en el baño. Y la biblia lloraba porque su fino papel se usaba con fines higiénicos. Una metáfora desgarradora de la más absoluta degradación de la vida cotidiana donde el arrasamiento es total. Pero los tiempos cambian. O mejor dicho: las personas cambian con los tiempos.

Aunque los calefones no estén más en los baños y los papeles higiénicos tengan una gama de suavidad extrema, la metáfora sigue siendo válida. La desesperación por no discriminar conduce inevitablemente a la confusión, donde todo es igual a todo.  En el momento en que Fernanda Vallejos le dijo “ocupa” al Presidente, el cambalache se reactivó.

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Sin embargo, hay una diferencia fundamental. Ahora la biblia se ríe contra un calefón. No solamente se ríe. Entra en un espasmo de carcajadas incoercibles. Donde se mezcla el sarcasmo con la burla. Donde el mandato de la diversión descontrolada es vivido como la más plena alegría. La alegría que siempre fue la satisfacción por los propios logros, se transforma en la euforia por los logros ajenos. Pero la cultura represora avanza siempre: lo propio y lo ajeno se confunden.

Como decían los empresarios alguna vez, “somos una familia” “todos estamos en el mismo barco”. Antes no era sí.  El gran Atahualpa Yupanqui tenía claro de quién eran las vaquitas y de quiénes eran las penas. La digitalización de la vida le otorga al alucinatorio político social un nivel de realidad perceptiva absoluta. La biblia y el calefón se fusionan y nadie llora.

Conversar es una práctica abandonada. Los emoticones reemplazan a las emociones. Incluso las caricaturizan. Y esta euforia sin medida, en esta cultura del reviente donde la única forma de frenar es chocando, vuelve el mito anual de año nuevo. Desconozco los orígenes, lo cual es grave, pero al menos pretendo entender los destinos, lo cual es saludable. Lo nuevo del año es solo un día. A las 0 horas, del 2022 pasamos al 2023 sin solución de continuidad. Es lo que se denomina cambio catastrófico.

Lo nuevo es un cambio numérico que nos alucina en un cambio más profundo, más permanente, más importante. Dicho en otras palabras: el año nuevo es una continuidad con el año viejo, que se formatea para que sea vivido y sentido como algo nuevo.

Lo nuevo siempre tuvo un nivel profético. El hombre nuevo era resultado de la subversión de los modos de producción. Los años pasan y los modos de producción quedan. Es lo nuevo sin novedad. Entre las 23 59 del 2022 y las 00.01 del 2023 no habrá cambio alguno, salvo en los almanaques. Pero todas y todos, incluyo yo, brindaremos con una euforia de distintas intensidades. Difícil ser neutro. Y políticamente demasiado incorrecto.

La euforia del año nuevo se agota en un instante. Flores de un minuto son. Luego lo que sigue es la resaca de la alucinación y el delirio. Cuando se llega a la temprana conclusión que el año que se fue y el año que llegó son parte de lo mismo, que forman una asociación licita para el encubrimiento, la falsedad, la permanente mistificación de la vida verdadera.

Goles son amores, decían en la tribuna. Y ahora vivimos enamorados. Situación potencialmente peligrosa ya que en todo enamoramiento el juicio de realidad queda fuertemente perturbado.

El hambre no brinda. El dolor no brinda. Las enfermedades que se tornan incurables no brindan. La escolaridad estafada no brinda. Pero, aunque sea improbable que todos unidos triunfaremos, es altamente probable que todos unidos brindaremos. Incluso el autor de esta nota.

Por lo tanto, es totalmente coherente que la biblia ahora se ría junto al calefón.


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