Ventanillas vacías

“Acá falta un compañero que fue despedido”. Así dice el cartel blanco de letras negras que imprimieron y pegaron con cinta quienes aún conservan su trabajo, en una de las ventanillas de una dependencia de ANSES. Son parte de los 70 mil del plan motosierra. Según el INDEC, una familia tipo de clase media necesitaría $1.717.400 para sostener su nivel de vida.

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Por Martina Kaniuka

(APe).- Son las 10 de la mañana de un lunes y la jornada se desarrolla con aparente normalidad, como si el viernes 1.300 compañeros y compañeras no hubiesen recibido un telegrama de despido.

El vidrio limpio oficia de línea divisoria. Como el sol cuando dibuja el trazo que divide el fin de un día del comienzo del otro, separa las consultas desesperadas de un público sumido en la incertidumbre, de la angustia de quienes, conservando el trabajo, ven con temor y tristeza las ventanillas de al lado vacías.

El viernes fueron 1.300 trabajadores los despedidos en ANSES. Anuncia hoy el noticiero, para que sus empleados vayan sabiendo qué noticias les llevará el cartero, que serán otros 1.300 en el INTA. Además del cierre y achique de Télam, INCAA, INADI, PAMI, aseguró el presidente Javier Milei, esta vez presencialmente y no por la red X, que habrá entre 15 y 20 mil despidos en organismos estatales y que el Plan Motosierra recién está en su fase inicial: está previsto que los despedidos asciendan a 70 mil.

Por si quedaban dudas, Nicolás Caputo, principal acreedor –por segunda vez- de la deuda que nuestro país contrajo con el Fondo Monetario Internacional, aseveró sin ponerse colorado: “Hay muchos que están en el Estado por negocios, está lleno de negocios por todos lados. Los veo mucho en Infraestructura: se piensan cosas para lograr un retorno. Al sector público realmente hay que achicarlo, la planta permanente es una complicación y además es muy costoso echarlos”.

(¿Curiosamente?) los segmentos que lideran el ajuste son aquellos que servían de sostén y contención al sector de la población que ya se encontraba por debajo de la línea de pobreza. Todo rastro del “Estado benefactor”, todo parche diseñado para reciclar un sistema ya de por sí desigual e injusto, con 7 millones de trabajadores (en su mayoría mujeres) no registrados en la economía formal (84.7% de los asalariados), será talado desde el pie, con la motosierra implacable de un nuevo Estado que no sólo se ausenta sino que cuando se apersona lo hace a través de la crueldad y la inclemencia.

Según el INDEC, una familia tipo de clase media necesitaría $1.717.400 para sostener su nivel de vida y calidad de servicios al iniciar el tercer mes del año 2024. Con el aumento de los precios de los alimentos, la quita de los subsidios a los servicios, el aumento en obras sociales, educación, medicamentos: ¿cuántos “argentinos de bien” podrán seguir de pie?

Acá falta un compañero que fue despedido reza la ventanilla de atención vacía de un organismo público en este país hecho de ausencias que son presencias, con más de 30.400 que siguen faltando. Y, mientras, como en aquel entonces ya comienzan a delinearse las falacias para responder, que eran ñoquis, que algo habrán hecho, el silencio de los sindicatos y las dirigencias partidarias, la inacción de los jetones que aparecen a la hora de las elecciones, la omisión de los que cantando combaten al capital mientras reciben puntualmente el sobre, son y seguirán siendo esa estocada cómplice que nos pone de rodillas sobre el magma que gesta la violencia del hambre y la miseria de los pueblos.

“Acá falta un compañero que fue despedido”: ya devendrá bronca y lucha organizadas, para mover los cimientos y volver a barajar, dar de nuevo y renacer desde el pie. 


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