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Por Claudia Rafael
(APe).- Hay señores de la vida y de la muerte. Que determinan desde el poder que les otorga un modelo de perversidades la larga cadena que hará que nadie sea responsable de nada. Valentín Ladislao tenía 5 años, parálisis cerebral y electrodependencia. Es decir, sus respiros cotidianos estaban atados indefectiblemente al milagro de Edesur.
Hay señores, en este cruento organigrama que valoran quién engrosará los ejércitos de los pertenecientes y quién será convenientemente expulsado de los cielos y las mesas de panes y peces. Y si la luz se corta en las barriadas más castigadas; si por horas y días se puede permanecer sin electricidad; si no hay quien responda al teléfono más que una voz grabada o una que no que promete la nada misma; si las tarifas aumentan y aumentan y la mamá de Valentín no podía pagarla porque ser electrodependiente significa boletas acumuladas de 60.000 pesos impagables para comunes mortales; si existe una ley con el número 27.351, que desde 2017 “garantiza el servicio y la gratuidad del suministro eléctrico para los hogares con personas cuyos problemas de salud los obligan a depender del uso permanente de equipos eléctricos” pero que las familias desconocen; si Edesur lamenta “no había nada que hacer porque no estaban inscriptos en el registro”; si ni el gobierno ni Edesur ni Edenor ni ningún Ede que maneje los hilos de la electricidad difunden la existencia de la ley; si Valentín tiene de repente broncoespasmos y los hados del modelo determinan que en esa barriada de Lomas de Zamora la electricidad estará cortada por infinitas horas; si las ambulancias con oxígeno demoran de 4 a 5 horas; si un niño como Valentín, con parálisis cerebral y el respiro cortado termina siendo trasladado como se pueda en un auto particular; si la vida es profundamente injusta y los valentines de esta historia quedan del lado de la oscuridad más honda y no hay ni habrá modo alguno de amarrarlo a la vida, el rompecabezas de la esencia del milagro quedará definitivamente incompleto.
Has muerto finalmente. De nada te valieron tus pedazos mojados en ternura, escribía Gelman. Valentín quedó exiliado definitivamente de la vida y habrá que echar la tristeza y los cofres del dolor en una fogata ardiente para cerrar los círculos de la muerte y armar de rabia. Y hacer que la vida de una buena vez se empuñe de canción.
Edición: 3640
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