Entre los aguantaderos y la "economía informal"

Usurpaciones

Barrios de clase media desesperada o populares en los que determinados domicilios son ocupados por representantes de bandas narcopoliciales, hacen realidad la pesadilla de la “casa tomada”, como escribiera alguna vez Julio Cortázar.

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Por Carlos del Frade

(APe).- “Economía informal” es el nombre de un mundo que convive con el legal pero que tiene movimientos de rotación y traslación diferentes al calificado de “normal”.

Un artista surrealista como Paul Eluard lo definió con belleza y misterio: “Hay otros mundos pero están en éste”.

En ese mundo real y con leyes propias como es el de la “economía informal”, están los delitos calificados como usurpaciones.

Barrios de clase media desesperada o populares en los que determinados domicilios son ocupados por representantes de bandas narcopoliciales haciendo realidad la pesadilla de la “casa tomada”, como escribiera alguna vez Julio Cortázar.

En distintas geografías rosarinas, desde hace más de quince años, este capítulo del mundo de la “economía informal” genera reglas distintas para alquilar viviendas.

La usurpación puede tener como objetivo devenir en un aguantadero, un kiosko de venta de drogas o un “nido” de armas pero también muta en una fuente de recursos para estas bandas a través de alquileres que dejan de ser a los seis meses cuando otra familia viene al lugar, de buena fe, y se encuentra con la consecuencia de una nueva ocupación para desalojar a la anterior familia o persona.

Y aunque hay miles de casas y departamentos vacíos y siguen haciéndose nuevas viviendas, en los barrios funcionan estas inmobiliarias “infomales” que responden a las bandas narcopoliciales.

Pero también están las otras usurpaciones.

Aquellas que tienen como supuesto objetivo la desarticulación de las bandas narcopoliciales y terminan siendo una forma de brutalidad estatal contra familias trabajadoras.

El barrio “Los Pumitas”, también en Rosario, fue conmovido en los primeros días de marzo de 2023 con el asesinato de Máximo Gerez de solamente once años, víctima de una banda narcopolicial.

El 8 de marzo, vecinas y vecinos que no tenían ninguna relación con los grupos matadores fueron allanados de forma violenta por fuerzas de seguridad que detuvieron gente humilde y que nunca tuvieron problemas con la ley.

Integrantes de una de las familias afectadas por estas intervenciones violentas tuvieron la deferencia de acercar una carta escrita a mano a este cronista donde sintetizan los hechos que deben ser esclarecidos por las autoridades del Ministerio de Seguridad de la provincia o alguna otra agencia estatal.

“Ante el mal momento e injusticia que sufrimos el día 8 de marzo de 2023 por el allanamiento que tuvimos que presenciar en nuestro domicilio a las 7 de la mañana encontrándose tres menores viendo y siendo apuntados con armas de fuego, aterrados por ver como destrozaban sus casas, el daño emocional y psicológico que le hacen a los niños…quién se hace cargo de eso”, empieza diciendo la nota.

Luego señalan que exhibieron un papel firmado por la jueza Silvana Lamas González. “Nos sentimos solos, desprotegidos, hartos de la inseguridad cuando son ellos los que dicen cuidarnos, pero está más que claro que hostigan a la gente que trabaja sin causa alguna. Hago esta denuncia pública y responsabilizo al estado y a los ministros de seguridad cansados de ver y escuchar cuando salen a en los medios decir que están para cuidarnos y protegernos cuando son ellos los que mandan a reprimir. Saben dónde tienen que ir, sólo que miran para otro lado”, agrega la carta manuscrita.

“Somos gente que no hacemos más que trabajar y que realizamos copas de leche y comida ayudando a las personas más necesitadas. Pertenecemos a la organización CCC. Impotencia, bronca, tristeza sentimos al saber que ni en nuestras casas nuestros hijos están seguros”. Ojalá que no quede todo en la nada aceptando que solo fue un error y nada más, como dijeron ellos mismos: “Se nos hace raro”.

“Qué esperaban encontrar en casa de trabajadores, señor presidente y ministro de seguridad. Me parece perfecto y estoy de acuerdo que mande oficiales para garantizar la seguridad de los ciudadanos pero vayan donde tienen que ir. Déjenos trabajar tranquilos. Hagan su trabajo y dejen de tapar con allanamientos en los barrios las cosas que realmente están pasando todos los días”.

“Cuando verdaderamente los que deben ser detenidos entran por una puerta y salen por otra. Ojalá no suceda más con ningún compañero y trabajadores”, termina diciendo la carta.

Las usurpaciones son diversas pero siempre responden a ese otro mundo denominado “economía informal”, en el abajo de la pirámide social, donde siempre se reciben los castigos, legales e ilegales.

Foto de apertura: Lele Heredia - TN


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