Unos pocos gramos

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(APE).- Ojalá -algún día- podamos escribir sobre la belleza del mundo, exceptuados de todo tributo, del mínimo dolor. Pero Ana Elizabeth Cánepa cumplió dos años el 29 de octubre. Nació en Estanislao del Campo -en Formosa- con un peso de sólo 700 gramos de vientre de niña de 15 años. El cuerpo de Ana cabe en una mano. Para los señalados por el desprecio, esta tierra es hoy una superficie oscura que les sirve de apoyo y de mortaja, escribe Elías Nandino.

 

Hoy -Ana Elizabeth- sufre desnutrición crónica grave y pesa actualmente 2 kilos y medio, mientras su abuela Delia Cabana vive abrasándose a una luz tristísima de olvido. Recibe el plan Jefas de Hogar cuando la leche fortificada S26 le cuesta 30 pesos la semana. Busca ayuda -inútilmente- para evitar la muerte que nunca renuncia a su ritmo. El dolor es su única referencia, el solo vínculo con la vida y se convierte en la última forma de amar.

Cómo puede tolerar esa abuela, que mantiene despierta a esa niña con un despliegue de cálidas acuarelas, que vive del otro lado de la angustia, esas tempestades al borde de la cuna, con la mirada puesta en el transcurrir de un mundo gobernado por hombres que ignoran la miseria, los pasos y los ojos.

Scalabrini Ortiz escribió para otro tiempo, extrañamente presente: “Dicen que nuestra exportación aumenta, pero ¿la materia exportada, constituye un excedente real, un sobrante que resta después de cubrir las necesidades de nuestro pueblo? ¿O son alimentos hurtados al pueblo, energías escamoteadas?”.

Quién puede pensar que para construir un futuro mejor para toda la sociedad, se deba mutilar vidas humanas al presente. Por fortuna y en desmedro de ciertas arengas mortíferas, sobre un mundo de cárceles y revólver -la abuela Delia- como un poeta anarquiza los discursos para que la vida siga cantando.

Fuente de datos: Periódico Prensa Libre - Formosa 29-10-04


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