Uno, dos, tres, otro Vietnam

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Por Alfredo Grande

(APe).- No sé si la peor astilla es la del mismo palo. Quizás tardíamente la astilla se entera de que era de otro palo y que, justamente, por su condición de astilla, no estaba en condiciones de enterarse. Hasta que fue eyectada del palo. Palo –plato. El que saca los pies del plato se los lastima de tanto pisar las astillas derramadas. Que, como la sangre, las astillas derramadas siempre son negociadas. Lo saben los que incialmente apoyaron al kirchnerismo y luego se retiraron, sin la frente marchita pero con algunas esperanzas maltrechas. Como siempre digo: para enfrentar a la cultura represora para muestra basta un botón. Siempre que pensemos al botón como analizador.

En cierto sentido, el botón – analizador es también un alcahuete. Porque nos informa del nivel fundante. Al menos nos permite asomarnos a la esencia, arrasando la apariencia. Ese analizador es el movimiento Barrios de Pie. Tuve el singular privilegio de escribir el prólogo de su segundo libro. Estas compañeras y compañeros han hecho una travesía institucional que los llevó de la plaza al palacio y del palacio a la plaza. Pienso que varias organizaciones populares se acercaron al entonces presidente Néstor Kirchner porque compartían el ideario que en ese momento se inauguraba. En la vereda de enfrente estaba el menemismo. A lo mejor, no estaba en otra vereda, sino apenas en el cordón de la misma vereda. Parece que así era nomás, pero en esos momentos no era sencillo el diagnóstico diferencial. Mas aún: el kirchnerismo fundacional permitía matar o, al menos, herir, dos pájaros de un tiro: menemismo y duhaldismo. Esa es para mí la diferencia fundante entre kirchnerismo y macrismo. El primero tuvo el apoyo de la izquierda, al menos de amplios sectores, incluso enfrentados entre sí. Al macrismo sólo lo apoyó la buena vecindad, el lumpenaje y la derecha clasemediera y paqueta. No es poco. Pero la izquierda orgánica e inorgánica dijo ausente con aviso a la propuesta del Jefe del Operativo Deshaciendo Buenos Aires.

Con Macri no hay desilusión, ya que al menos los sectores del progresismo, la izquierda no clasista y la clasista, no tuvieron ilusiones. Ni siquiera amores de estudiante, que sabemos que flores de un día son. Con el kirchnerismo fue bien diferente. Por eso al fascista de consorcio le he dedicado menos trabajos, aunque creo firmemente que han sido contundentes.

Convoqué a un Porteñazo, que espero se concrete a la brevedad y que la valiosa resistencia de los compañeros de la sala Alberdi del Centro Cultural San Martín, pareciera que anticipa otra luz cegadora. Al igual que con Menem, Macri nos une en la decisión de enfrentarlo. Es como la orquesta de pueblo que cuando se perdían, todos empezaban a tocar la Marcha de San Lorenzo. Podemos discutir encarnizadamente, ferozmente, brutalmente, pero la prenda de unión es vociferar contra el metrobús, el descerebrado que propone que los vagones de la línea A sirvan para un asado, el vaciamiento de los servicios básicos en hospitales, etc, etc. No sé si existe la figura jurídica de Traición a la Ciudad. Hay de traición a la patria, pero lamentablemente no se usa para que alguna vez trone el escarmiento. Aclarando que es una ironía, en el campo de la izquierda el macrismo une, el kirchnerismo separa. Claro que une en el repudio, pero no es un mal comienzo. Contra el Gran Relato, es más difícil. La experiencia de muchas y muchos es que discutir sobre el gobierno nacional logra astillar hasta los vínculos más consistentes. Y de tanta astilla, el palo de muchas amistades queda destruido. Me interesa pensar en el por qué de esta repetida situación. Una paciente piensa invocar como causal de divorcio que el marido no soporta a la Presidenta y cuando entra la cadena nacional, se obstina en sintonizar alguna radio ignota que mantiene programación propia. Ojalá fuera chiste. Pero si odiar al enemigo es necesario, patotear al amigo es peligroso. De pronto todos somos barras bravas , todas son finales de copas del mundo, todos jugamos el superclásico de la fecha. No me preocupa la guerra cultural contra el capitalismo y sus máscaras. Con resignada serenidad debo admitir que habré ganado algunas batallas, pero perdí demasiadas. Pero como lo evidencian nuestros pueblos originarios, los que resisten la barbarie de la megaminería en todas sus variantes, los que se enfrentar al genocidio por goteo de los agrotóxicos, la guerra continúa. Nos hemos dado cuenta que esta civilización es la barbarie. Se dieron cuenta los vietnamitas cuando enfrentaron y vencieron a tres imperios. Se dio cuenta nuestro Che cuando proclamaba: “Uno, dos, tres, muchos Vietnam!”. Se dieron cuenta generaciones de combatientes, de aquella juventud maravillosa. Que ahora es senectud, y no tan maravillosa como al menos yo quisiera. Por eso Rosa Luxemburgo pedía socialismo, porque tenía claro que era la única forma de enfrentar la barbarie. Y no solamente la nazi.

Hoy el nazismo ha triunfado a escala planetaria y ha triunfado en la escala de los pequeños vínculos. La solución final, el exterminio, se ha instalado en los barrios, en las familias, en los boliches bailables donde siempre hay jóvenes ajusticiables, en las parejas, en la sexualidad, en casi todas las formas de vida cotidiana.

En el umbral de los 30 años de democracia, es un resultado lamentable. No es invocando los males del terrorismo de estado, ni el liberalismo de los 90, que esta realidad puede ser modificada. La barbarie está en nosotros, y solamente mirando dentro nuestro y alrededor nuestro, podemos comprobarlo. El campo popular pasó de la transversalidad al descuartizamiento. Afloran nuevamente el internismo bárbaro (incluso aflora nuevamente Julio Bárbaro) llegando a que el Gobierno Nacional dispone pasar a retiro con efectivo a un intendente. Recuerdos del navarrazo, nunca olvidado. El comisario Navarro destituyendo a Obregon Cano, gobernador de la provincia de Córdoba, con el guiño paternal del General. Otros tiempos, las mismas costumbres. Federalismo para la gilada, este país padece la barbarie unitaria. Por eso hiere a la izquierda histórica, la de las puebladas, la de la solidaridad internacionalista, que Vietnam, un ícono de la lucha anti imperialista, sea revisitada como destino idóneo para negocios. Y aquello que costó la vida a por lo menos dos generaciones, que fue jugarse la vida por una Patria Socialista, hoy sea destino de mercaderes y turistas. Hiere el Otro Vietnam. Hay demasiadas formas en que la sangre derramada sigue siendo negociada.

Yo sé que ahora vendrán caras extrañas…y se abalanzarán contra mi melancolía política. Y dirán que me quedé en el 17, o en el 45, o en el 68, o en el 73, o en el 83… De todos modos, si me quedo en todos esos lugares, es porque esos lugares son tiempos, y los tiempos se miden con los relojes de cada lucha. Hoy uno de esos relojes avisa que falleció Trici. Y le pido prestadas palabras al compañero Eduardo “el negro” Soares, para dedicarla este trabajo a la compañera perdida. “Probablemente no haya homenajes altisonantes para vos compañera, quizás en otra Historia con otro relato, no con el actual. Tu historia de vida no vende, tampoco tus sacrificios, pero no dudes que estás en el corazón y en la vida de muchos montoneros marplatenses y de todos aquellos que curaste y salvaste”. Por Trici, por nosotros, por todos los lugares en los cuales me quedé, seguiré al Che cuando pedía: “Uno, dos tres, muchos Vietnam!”.

El pensamiento, cuando no es crítico, no es pensamiento, es dogma. 
(aforismo implicado)

“Bonasso consideró que en Argentina se deben discutir las cosas de fondo, por ejemplo el modelo extractivista del gobierno nacional, sus negocios con mineras y petroleras; y aseguró que espera que los comicios legislativos de este año brinden una lección a las pretensiones re-reeleccionistas de Cristina Fernández. Bonasso hizo referencia además a la necesidad de construir un polo opositor de centro izquierda, a partir de ideas y programas y no de liderazgos unipersonales, que tenga como eje a los trabajadores.” (Entrevista en el programa radial “Sueños Posibles”)

 

Edición: 2376


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