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Por Claudia Rafael
Fotos: Juan José Thomes
(APe).- El cuerpo contraído de Facundo Agüero. El pibe que no fue ícono, memoria y pancarta simplemente porque sobrevivió a la golpiza policial cuando lo acusaron injustamente del robo de un perfume que acababa de comprar. Y una silla de ruedas, una cama ortopédica, una vida atada a voluntades ajenas lo siguen reteniendo a la vida. En la imagen, se revela el instante en que le van presionando cada tramo de su piel. Para distender las manos y los pies que denotan la historia entera de estos más de dos años de una gestualidad congelada. El rostro desnuda una mueca que confunde sufrimiento, falta de comprensión o quizás el deseo de huir quién sabe dónde. Tal vez a un mundo donde ese marzo de 2018 no hubiera formado parte de los calendarios. Donde los policías Pablo Escudero, Lucas Medina y Romualdo Mardónez Vázquez sencillamente no hubiesen existido.
Hace apenas unos días la fotografía de su lenta y definitiva crucifixión se hizo historia cuando integró la Muestra Anual de Fotoperiodismo Argentino (Argra) en la decisión del reportero Juan José Thomes de retener el martirio de Facundo Agüero para no dejarlo ir a los arcones del olvido. Facundo está ahí. Con sus 25 años y un cuadro neurológico irreversible.
Un perfume Invictus de 1550 pesos fue la excusa perfecta para que Escudero, Medina y Mardónez Vázquez lo golpearan con saña hasta dejarlo simplemente sobrevivir. “Se cayó desde cuatro metros de altura”, dijeron. “Se robó el perfume”, argumentaron. En sus bolsillos su madre encontraría luego ticket y factura de la compra en una perfumería neuquina. ¿Cambia en algo? Después de todo, antes, mucho antes, está la determinación de Pablo Escudero, Lucas Medina y Romualdo Mardónez Vázquez de aleccionar a los no habilitados para acceder al mundo de los incluidos. Repitieron que “robó en un edificio vecino”, que “se autoinfligió los golpes”.
Juan José Thomes decidió rescatar a Facundo del pactado olvido social al que fue despeñado porque simplemente no murió. A un Facundo que hoy tiene 25 años y que aquel 8 de marzo tenía 22 y todavía entonces corría, se reía desmedidamente, jugaba al fútbol, trabajaba en un supermercado neuquino, extrañaba a su Picún Leufú natal. Durante un año y medio, hasta octubre pasado, vivió con su mamá en el hospital Bouquet Roldán, en donde tuvo que permanecer a pesar de que en febrero de 2019 ya había obtenido el alta pero no había un hogar al que ir.
Escudero, Medina y Mardónez Vázquez fueron condenados pero sólo Escudero sigue detenido. Mardónez Vázquez tuvo una pena excarcelable de 2 años. Medina logró una condicional en julio pandémico. Y Facundo sigue en su propia cárcel definitiva por la decisión de ellos tres de salir a golpear hasta casi matar.
Fue exactamente el 8 de marzo de 2018. El mismo día en que a más de 1600 kilómetros los policías de la Motorizada 911 de Tucumán, Nicolás Montes de Oca y Mauro Díaz Cáceres, le dispararon a matar, con éxito, a otro Facundo. A Facundo Ferreyra, de 11 años. Un Facundo que fue brevemente bandera. Facundo Agüero, en cambio, fue arrinconado en la nebulosa creciente de la amnesia social.
La muestra de la Argra 2020 lo rescató, en la cuidada pero cruda imagen de Juan José Thomes. En una feroz bofetada a la historia. Para rescatar del extravío con un clic de la cámara. Para que el dolor de su rostro construido a los golpes se transforme en la furia que no habilita para la desolación ni dibuja el olvido. Para que Facundo pueda ausentarse definitivamente del exilio de la memoria.
Edición: 4136
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