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Lo mató un policía mientras freestyleaba con amigos
La Justicia misionera elevó a juicio oral el caso de asesinato de Víctor Márquez, un pibe de 16 años fusilado por el policía Deivid Vergara en 2019. Sucedió en el pueblo de Santa Ana, en Misiones, donde la violencia institucional por parte de la policía es permanente.
Por Sergio Alvez
(APe).- A Víctor le gustaba mucho el rap. Cuentan sus compas de la Escuela de Comercio Nº 10, que tenía buena técnica para freestylear, es decir, para improvisar rimas y rapear al son de bases que en la mayoría de los casos sólo sonaban dentro de su cabeza. A veces, alguien lo copiloteaba haciendo unos beatbox o proponiéndole algún ritmo con el celular. Cualquiera de los sitios que frecuentaba era un buen lugar para componer. Su casa, la calle, la iglesia o el río. Su viejo, Eriberto, le llevaba 50 años de edad y entonces, quizás no comprendía del todo esa forma de expresión, pero le gustaba verlo rapear porque cuando lo hacía, su hijo se veía feliz.
En eso del freestyle andaba Víctor, con un par de amigos, sobre una calle de tierra colorada, cerca de su barrio, en la madrugada del sábado 24 de agosto de 2019, cuando de pronto, al notar las luces del patrullero que se acercaba a paso de hormiga, prefirieron dejar de cantar.
El patrullero se detuvo. Del vehículo bajó el Oficial Subayudante Deivid Vergara (34), de la comisaría de Santa Ana. Fue directo hacia Víctor. Lo hizo arrodillar. Sacó su arma reglamentaria y lo fusiló de un disparo en el ojo. Víctor Márquez Dos Santos, que tenía 16 años, murió en el acto. Sus amigos lograron escapar. Horas después, al enterarse lo ocurrido, su padre, Eriberto Márquez, sufrió un paro cardíaco y también falleció.
A juicio
Desde la conmoción y el dolor, la familia encontró fuerzas para salir a luchar por justicia. Muchísimos vecinos acompañaron el reclamo, sumándose a las varias marchas que se hicieron en el pueblo. Y fruto de esa lucha, que entre otras cosas consistió en enfrentar a las maniobras de la Policía en pos de que el caso cayera en el olvido y la confusión, el Juzgado de Instrucción Dos de Posadas, a cargo del juez Juan Manuel Monte, resolvió en octubre de este año, elevar a juicio oral el caso, que involucra a cuatro policías: Vergara, Rubén Núñez, Matías Acosta y Mariela Cipontino, todos de la misma comisaría. Según fuentes judiciales, el juicio tendría lugar en los primeros meses de 2023.
Todo ocurrió en Santa Ana, un poblado del sur misionero recostado sobre el río Paraná, que a mediados del siglo pasado supo ser la meca del “oro verde”, debido a la intensa actividad de uno de los más antiguos del Paraná - fundado en el siglo XVII - basada en la exportación de yerba mate. Con el tiempo, aquel furor que prometía progreso duradero se esfumó, el puerto quedó abandonado y la mayoría de la población desocupada. Hoy, en contraste con la precariedad de muchas barriadas, el pueblo es conocido por el Parque Temático Santa Ana, un destino turístico y religioso en torno de una gigantesca cruz de hierro instalada en la cima del cerro homónimo.
El policía Vergara, quien efectuó el disparo, es el único detenido hasta el momento. La única mujer que acompañaba a los tres policías varones esa madrugada, Mariela Cipontino, fue quien confesó lo ocurrido a la Justicia días después. En tanto, quien era el comisario de esa dependencia, Humberto Rodríguez, no se encuentra imputado.
Crueldad
“El asesino de mi hermano estuvo en el velorio. Se acercó a nosotros ese día, ante el cajón nos dijo que todo se iba a aclarar, que nos quedemos tranquilos. En ese momento aún no sabíamos que él había sido quien le disparó. Nuestra familia quedó destruida. Mi papá tenía Parkinson y no pudo soportar lo que pasó y nosotros hacemos lo que podemos, pero necesitamos que se haga justicia. Ya pasaron tres años y no sabemos por qué hicieron eso, aunque no existe ningún motivo que lo justifique” expresó Eliana Márquez, hermana del joven fusilado.
“Por la mañana Víctor tenía que estar temprano en la iglesia del barrio, porque estaba en la organización de una venta de locro, que iban a hacer para recaudar plata para hacer una chocolateada ese domingo y festejar el Día del Niño con la gurizada. Mi papá le había dado plata la noche anterior para las verduras” contó Eliana.
Violencia sistemática contra los pibes
La elevación a juicio oral de un caso de gatillo fácil en la provincia de Misiones es un hecho inusual. Eduardo Scherer, presidente de la Comisión Provincial de Prevención de la Tortura (CPPT) que funciona en el seno de la Legislatura Provincial, sostuvo en una entrevista con el diario El Territorio (21 de julio, página 20), que “cuando hay gente de la fuerza involucrada, se repite lo mismo en todas las causas. Siempre tienen plazos extensos, además de que no tienen detenidos. En las cárceles tenemos detenidos de mucha menor gravedad, esto nos llama la atención y no logramos entender por qué cuando hay gente involucrada de las fuerzas de seguridad se repiten las mismas características en todas las causas”.
Sin embargo, el caso de Víctor Márquez está muy lejos de ser un caso aislado. De hecho, sólo cinco meses antes, el jueves 25 de abril, un joven de 19 años llamado Armando Carmona fue detenido frente a la vivienda donde vivía con su familia, en el barrio A-4 de Posadas y trasladado a la Comisaría 11°, situada en el mismo vecindario. Horas después, ya el viernes 26 de abril, la policía reportó el “hallazgo” del cuerpo del joven quien, según la inverosímil versión policial, se suicidó “con su campera”.
“A Armando lo asesinaron dentro de la comisaría y no es el primer caso” dice Ricardo, padre de Armando. La causa judicial duerme en el Juzgado de Instrucción N°3, bajo el número de expediente 56149/4. La fiscal del caso es Adriana Herbociani y el juez es Fernando Verón.
La lista es mucho más larga: David Gómez (Puerto Esperanza), Hernán Céspedes (Puerto Iguazú), Natalia Almada (Apóstoles), Mario Golemba (Dos de Mayo) y José Luis Barrios (San Vicente), Hugo Wasyluk (Oberá), Darío Franco (Alem), entre otras personas, engrosan la nómina de víctimas de la violencia institucional en Misiones.
Además de los asesinatos, es frecuente conocer denuncias de torturas contra adolescentes y jóvenes en distintos barrios de la provincia. Sin ir muy lejos en el tiempo, la Justicia de Oberá imputó a cuatro policías de la Provincia por el accionar de los mismos en procedimientos que estarían relacionados al asesinato de Josías Galeano (15), quien tras varios días desaparecido, fue hallado muerto el pasado 3 de junio en un bañado de Oberá.
La mayoría de las veces, los casos no salen a la luz por diferentes razones, pero lo cierto es que el accionar policial se volvió uno de los mayores temores y amenazas para los adolescentes como Víctor Márquez, que una noche cualquiera, compartiendo un tereré o freestyleando entre amigos, pueden encontrarse con la muerte viajando en patrullero.
“No quiero dar mi nombre, por miedo. A mi amigo Víctor lo mataron sin razón, y para nosotros nada es igual. Tenemos miedo porque la policía persigue a los jóvenes, y no pasa solo en Santa Ana, pasa en todos lados. Cada fin de semana. A Víctor lo extraño todos los días. No quise ir a su velorio. Prefiero recordarlo así como él era, yendo juntos al río a pescar y pasar horas freestyleando y riéndonos” concluye uno de sus compas, sentado junto al arbolito que plantaron sus seres queridos en el lugar donde una bala policial truncó su vida.
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