Un tren ahí. Lo necesitamos

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Por Oscar Taffetani

(APe).- Habrá cosecha récord de soja este año. Estiman que alcanzará los 55 millones de toneladas. En Tucumán, jardín de la república, han sembrado soja hasta en las macetas de los balcones, para que la niña tucumana, mujer galana, naranjo en flor, se rinda a la seducción de la patria sojera, ésa que a falta de azahares perfuma con glifosato.

 Ya levantaron 700 mil toneladas y faltan apenas 100 mil para cubrir las 293 mil hectáreas sembradas en esta campaña. Lástima que el transporte en camión aumentó la tarifa un 75% (evidentemente, los transportistas no le hacen caso al INDEC). Justo en 2010, año del Bicentenario, con cosecha récord de soja, camiones y camioneros van a hacer su agosto, a expensas de los productores. Lo mismo pasa en otros rincones de la patria: faltan camiones; y los que hay, cotizan en doblones de oro.

Desde Roque Sáenz Peña, Chaco, utilizando uno de los pocos ramales ferroviarios que funciona, salió días pasados un convoy cargado de soja, hacia el puerto de Rosario. Transportó 1.237 toneladas en un solo viaje (es decir, el equivalente a 42 camiones cerealeros) y costó un 30% menos.
El servicio ferroviario, desde esa provincia norteña, no se ofrecía desde 1989 (año de privatización y desguace; año de “ramal que para, ramal que cierra”).

La pregunta del millón, entonces, la que todos se hacen, es por qué esta Argentina de la reconversión agrícola, ésta que siembra soja y maíz transgénico hasta en las macetas de los balcones, no ha realizado una inversión estratégica en los ferrocarriles, para abaratar sus costos de transporte y hacer más competitivos los precios de sus commodities.

Una respuesta sencilla (pero falsa) sería decir que nuestra dirigencia carece de visión estratégica. Y una respuesta compleja (pero certera) es decir que la lacra que nos impide el desarrollo fue -y sigue siendo- la corrupción.

Roba, pero… no hace

Hace algunos años, una campaña mediática sobre el desastroso estado del transporte ferroviario de pasajeros y sobre los abusos e incumplimientos de los concesionarios, disparó enérgicas medidas de gobierno para corregir la falla y devolver a los maltratados usuarios del ex Roca, el ex Sarmiento y otros ramales privatizados, su sonrisa y sus ganas de viajar.

Entre las medidas adoptadas se contó la compra por adjudicación directa (para qué esas molestas licitaciones y concursos) de unidades motoras y coches de pasajeros ya radiados del servicio en España y Portugal, para ser reacondicionados en el país y puestos nuevamente sobre los rieles.

El ex secretario de Transportes Ricardo Jaime (hoy procesado e imputado en varias causas por enriquecimiento ilícito) fue el encargado de comprar para el Estado el material, por un valor de 1.600 millones de pesos. Cinco años después -como se ha denunciado en una nota periodística que el actual secretario Schiavi no ha desmentido- “el 70 por ciento de esos trenes no funciona y está abandonado en playones ferroviarios del conurbano y la provincia de Buenos Aires”. Pero además, en cuanto a las unidades que fueron reparadas y están en uso, se denuncia que las empresas encargadas de la reparación están ligadas a los mismos concesionarios que las contrataron por cuenta y orden del Estado. Sin comentarios.

Otro rubro muy poco transparente de la gestión oficial son los subsidios, que involucran al transporte aéreo, automotor, fluvial, marítimo y ferroviario. Allí se acusa al ex secretario Jaime de haber otorgado a concesionarios y operadores ferroviarios, entre 2005 y 2008, subsidios por $ 1.816,8 millones, para obras que nunca fueron debidamente certificadas ni verificadas.

Cumpliendo al detalle con el plan de desguace iniciado en 1989, los grandes talleres ferroviarios de Tucumán, Córdoba y Buenos Aires fueron desactivados, vendidos como chatarra o bien reciclados en los años que pasaron, alegrando los corazones y bolsillos de unas pocas empresas privadas que cartelizaron el negocio.

En los festejos porteños del Bicentenario, sobre la avenida 9 de Julio, grandes y chicos pudieron ver la semana pasada uno de los coches presidenciales de los Ferrocarriles Argentinos, armado y decorado íntegramente en los talleres de Tafí Viejo, Tucumán. Otra vez: sin comentarios.

Un clamor popular

Este martes 1 de junio, con la firma de 900 mil ciudadanos argentinos, el Interbloque de Proyecto Sur en la Cámara de Diputados presentará el proyecto Tren para Todos, que considera “recuperar la red ferroviaria nacional, en base a una Empresa de Ferrocarriles de pasajeros y cargas Pública, Estatal, Nacional, Federal, con participación de Usuarios y Trabajadores”.

“Se trata -dicen los impulsores- de recuperar un transporte económico, seguro y ecológico, que sea un factor de desarrollo económico y social, uniendo a pueblos y ciudades y generando decenas de miles de nuevos puestos de trabajo estable”.

Vaya toda nuestra simpatía y apoyo -desde el modesto lugar de una columna periodística- a la iniciativa del Tren para Todos.

Felizmente, no alcanzó a concretarse el negociado, perdón, el negocio del Tren Bala. Habría sido insultante y doloroso, para cientos de miles de pasajeros suburbanos que viajamos en invierno sin calefacción y en verano sin ventilación, ver malgastar los recursos de todos en el beneficio y confort de unos pocos.

Algún día vamos a reencontrarnos con el tren. Lo volveremos a descubrir. Y lo amaremos tánto como supieron amarlo nuestros padres y nuestros abuelos. Nadie nos quitará esta fe, ni esta certeza.

Edición: 1789


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