Tucumán repetida

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Por Carlos del Frade

(APE).- “Tucumán arde” era el nombre de una muestra artística que tuvo lugar en la CGT de los Argentinos, a mediados de los años sesenta. La sensibilidad de pintores, dibujantes, fotógrafos, poetas y escultores se rebelaba ante el cierre de ingenios azucareros y su consecuencia era el despido de centenares de familias de cañeros y el ingreso al agujero negro de la desocupación.

 

Políticas nacionales que se unían a los intereses de las patronales de los ingenios para mantener su tasa de ganancia expulsando mano de obra.

Una lógica varias veces aplicada contra las poblaciones de las diversas geografías argentinas.

Uno de los ingenios más conocidos de la provincia, otrora el jardín de la república, era el Concepción. Hasta llegó a tener un equipo de fútbol que logró cierto renombre en campeonatos nacionales en los años setenta.

Por detrás de ellos, de los ingenios, aparece siempre el poder permanente de los grandes empresarios de la provincia, los hacedores de los humores colectivos de los tucumanos.

Cuando la Argentina amaneció en una zanja como producto de los varios saqueos a principios del tercer milenio, fueron los cuerpos de las chicas y chicos tucumanos los que mostraban con mayor crudeza el resultado de tantos años de desprecio.

Pasó el tiempo, pero hay ciertos lugares en donde los buenos anuncios de cifras alentadoras no pueden cambiar el resultado de la perversa y conocida lógica de minorías felices y mayorías que deben conformarse con el verbo zafar como sinónimo de vivir.

Uno de esos territorios son los alrededores del ingenio Concepción.

La información sostiene que un chiquito de tres años, del paraje Buena Vista, en Simoca, está muy grave como consecuencia de una neumonía hija directa de la desnutrición que lo afecta desde siempre.

Dicen las noticias que en aquel departamento de la provincia de Tucumán, “las autoridades sanitarias no logran reducir las cifras de niños desnutridos en virtud a los dramas que representan la desocupación, el analfabetismo, la falta de agua potable y de viviendas adecuadas”.

Para el doctor Raúl López, jefe de la sala de pediatría del hospital que lo atiende, “el estado que presentaba el niño en el momento de ingresar a nuestro hospital era conmovedor. Nos hizo recordar a la pequeña Thalía de Aguilares, a quien asistimos hace cuatro años también por una desnutrición de tercer grado, asociada con otras patologías" comentó el médico.

En la provincia productora del azúcar y cuna de la independencia nacional, los chicos no pueden gambetear las amarguras construidas por décadas y décadas de planificada pobreza a la sombra de las chimeneas de los ingenios que siempre viven una realidad distinta y distante.

Pero no es un destino, sino una continuidad de impunidades que algún día será cortada de raíz, como la caña es batida por los brazos de anónimos que de sol a luna se empecinan por ganarle a la muerte planificada.

Fuente de datos: Diario La Gaceta - Tucumán 26-06-06


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