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Por Miguel A. Semán
“y aquí está ya el camión
y allí nos meten,
sencillamente,
no sabemos hacia dónde”
Leonidas Lamborghini
Las patas en la fuente
(APe).- Mauricio Macri ha dicho que la gente no puede vivir en las plazas. No lo dijo por el bien de la gente sino por las plazas, por la salud del espacio y el bienestar de las veredas. Para librar a la ciudad de los caminantes descolocados creó en octubre de 2008 la Unidad de Control del Espacio Público (U.C.E.P.) en la órbita del Ministerio de Ambiente urbano.
La formación de la Unidad, con su indispensable sigla, vino a blanquear el funcionamiento de un grupo de choque cuya misión específica consistía en salir cada noche a limpiar de indeseables las calles de Buenos Aires. Los integrantes de la brigada nocturna fueron contratados en tiempos de Aníbal Ibarra, pero el gobierno actual los incorporó a planta permanente y le dio al grupo compuesto por ex barras bravas el carácter de un equipo de tareas especiales.
Los brigadistas actúan cuando se pone el sol y ejecutan decisiones inapelables sin necesidad de orden judicial. Su objetivo son los cartoneros, los vendedores ambulantes, los pibes que limpian parabrisas, los mendigos, los malabaristas del sueño, los artistas del hambre callejero y cualquier otra persona, animal o cosa que desde la óptica del recuperador de espacios, tenga peso, volumen y haga sombra sobre las veredas de una ciudad que cada día amenaza con ponerse más buena.
El funcionamiento de la U.C.E.P le ha permitido al gobierno esgrimir como un triunfo bélico la “recuperación de 50 lugares públicos” que según la terminología oficial se encontraban intrusados por distintos tipos de ocupantes. El concepto de ocupante, en el diccionario del porteño exquisito, abarca desde una persona o dos, también llamados vagabundos, hasta “familias completas del interior”.
Consultado sobre la cantidad de gente que vive en la calle el jefe de gobierno reconoció que el avance de la pobreza había empujado a muchos a la intemperie, pero otros, dijo, viven en la calle porque quieren, son personas con problemas mentales.
La epopeya del macrismo es una suerte de conquista del desierto sin desierto llevada a cabo bajo la consigna de que los espacios públicos son de todos, pero para ellos “Todos somos nadie”.
Edición: 1557
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