Estado de malestar I

Tiene razón. Marche preso

Sobre la base del refrán “tiene razón pero marche preso” Alfredo Grande desgrana varias razones para la rebeldía. Para la cultura represora ir preso es estar privado de la libertad. De la libertad de comer, por ejemplo. Parece que no todas las libertades avanzan. Algunas retroceden demasiado, y otras han desbarrancado para siempre.

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Por Alfredo Grande

(APe).- Hace algún tiempo, había un refrán interesante, de los pocos no reaccionarios: “tiene razón, pero marche preso” Tener razón es peligroso. Ser pobre, aunque suene paradójico, también.  Lo cantaban Los Quilapayún en la inolvidable Cantata Santa María de Iquique. “Es peligroso ser pobre amigo”.

Obviamente, la razón que te hace marchar preso, es la razón revolucionaria. La razón reaccionaria te da varias zonas de confort.  Todo esto viene a cuenta de que un periodista politólogo al que considero muy capaz, dijo varias veces que “el hambre siempre tiene razón”. La asociación libre es poderosa. “Pero marche preso” pensé inmediatamente. Y luego, ya no tan libremente, seguí pensando: “¿qué es en la actualidad de la cultura represora ir preso?” Privado de su libertad, se decia en una época. Entonces todos los que están privados de alguna libertad, están presos.  Privados de la libertad de comer por ejemplo.

Parece que no todas las libertades avanzan. Algunas retroceden demasiado, y otras han desbarrancado para siempre. Me pregunto sin ninguna esperanza de obtener respuesta, en qué momento este periodista politólogo se dio cuenta de que el hambre siempre tiene razón. Porque en ese caso, tiene razón hace más de 40 años.

El movimiento nacional Chicos del Pueblo, la lucha de Alberto Morlachetti y Carlitos Cajade y tantos otras y otros, y muy especialmente la conciencia  de las chicas y los chicos que no estaban adoctrinados pero tampoco estaban alienados. Las redes eran colectivos presenciales. Más de 40 años y la prisión del hambre sigue vigente.  Condena perpetua con accesorias de sufrimientos permanentes.

En el análisis institucional se menciona el efecto Mulhmann que es la recuperación de lo instituyente por lo instituido. Recuperación que es neutralización primero y tergiversación después. Por ejemplo: el paso del cristianismo a la cristiandad. El instituyente del Movimiento Nacional Chicos del Pueblo recuperado por el instituido burocratizado de las políticas partidarias, el funcionariato estéril, y otras delicias de la democracia restituida.

Otra mirada de lo mismo, pero desde otro referente teórico, me parece importante mencionar. Cito a Jano Ponte publicado en El Sudamericano. “¿Qué sucedió en tan solo 10 años? ¿Cómo llegó a ser la «Cultura woke», de justicia social, la filosofía dominante escogida por el globalismo corporativo dominante? La respuesta siempre es la más fácil: beneficios empresariales. En la actualidad el movimiento es cooptado por una extensa red de organizaciones de todo tipo, corporaciones, ONGs, gobiernos y hasta ejércitos, movidos por gurús, brokers e índices bursátiles, que en nada recuerda a los principios sobre los que se erigieron”.

Hoy hasta los criminales de paz, dicen que el hambre es un crimen. Bueno, tampoco de esa manera, porque nadie está obligado a declarar contra sí mismo. También puede ser pensado cómo el capitalismo va desde un Estado de Bienestar de la posguerra, a un Estado de Malestar que es la continuación de la guerra por otros medios. La paz de las democracias empieza a ser un recuerdo de “las golondrinas que no volverán” (Asocié con la dimensión política de Bécquer). La advertencia de Von Clausewitz siempre tiene vigencia. Los organismos internacionales, fachada tolerable de las corporaciones trasnacionales, asumen la lucha contra el hambre. Y pasan publicidades vomitivas pidiendo ayuda vía donación. Sin mencionar obviamente el default presupuestario de los organismos que deberían paliar los efectos producidos por las políticas de acumulación.  

Pienso que, si el riesgo es terminar preso, igual vale la pena, o mejor dicho, vale la alegría, sostener una razón revolucionaria. En la cual las chicas y chicos del pueblo puedan escapar de las cárceles del hambre. Y tener razón por siempre jamás.


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