Thiago

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Por Carlos Del Frade

(APe).- 3.111. Un número más. Durante todo el año 2017 y todo el año 2018, la Unidad Regional II de la Policía de la Provincia de Santa Fe dijo haber secuestrado ese número de armas de fuego. 2.221 armas cortas. 597 armas largas. 199 tumberas. 41 pistolones. 22 de aire comprimido. 31 réplicas. La suma nos lleva a las 3.111. Cuatro armas por día fueron retiradas de la geografía del Gran Rosario durante esas 730 jornadas. A Thiago, de 9 años, lo mató una de esas armas.

El informe oficial, resumido en el expediente 34.047, también señala que no se sabe cuáles son de origen extranjero y cuáles de fabricación nacional.

Esas armas llegan a las casas, a las manos de las personas que la quieren usar y también se integran al universo de las chicas y los chicos que se mueven a su alrededor.

No hay balas perdidas.

Hay un negocio siempre ganador: el contrabando de armas y municiones, arteria principal del corazón del capitalismo desde hace más de medio siglo.

Las armas y las vidas conviven. Pero el negocio es el que continúa.

La vida, entonces, parece ser algo secundario, algo que pasa al costado de la continuidad del negocio.

¿Realmente hay castigos de dioses embriagados de caprichos cuando surge la noticia de un nene que muere porque jugaba con un arma cargada?.

Porque si el negocio continúa, si el arma y las ballas siguen allí, la vida de un pibe es un detalle menor, es lo secundario para lo permanente, el contrabando de armas de fuego.

Thiago tenía nueve años. Solamente nueve años.

Edad para disfrutar el cuarto grado, la pelota, el club, los amigos, la familia y el inigualable sabor del chocolate y el abrazo de sus seres queridos.

Edad para soñar aquello que su imaginación disparara.

En medio del aislamiento preventivo, social y obligatorio, allí estaba una de las armas del negocio que lleva generaciones y generaciones porque hace generaciones y generaciones que alimenta el flujo de dinero fresco e ilegal que necesita el sistema.

Los diarios rosarinos cuentan postales de esa pequeña biografía del nene, ese detalle sin importancia para la continuidad del negocio de las armas: "La noticia nos mató a nosotros también porque Thiago era un nene tranquilo y súper educado, que vivía todo el día en el club".

Las palabras pertenecen a Diego García, presidente de la subcomisión de fútbol del club Tiro Suizo, donde Thiago Avaca pasaba sus tardes y sus fines de semana jugando al fútbol, como cualquier niño de 9 años”, apuntan las notas.

Fue el miércoles 15 de abril de 2020, cuando Thiago fue alcanzado por una bala mientras jugaba a la Play Station en la casa de un amigo, ubicada en inmediaciones de Lamadrid al 1600.
El directivo de Tiro Suizo añadió que Thiago pertenecía a una categoría donde "eran todos chicos muy compañeros, incluso en el plantel hay un chico con capacidades diferentes, era un equipo muy inclusivo".

“Uno de los chicos que estaba jugando con Thiago encontró un arma dentro de la casa y disparó jugando. El resto es lo que trascendió hasta el momento: Thiago falleció al recibir un disparo en la cabeza y todo el club Tiro Suizo llora su pronta partida. Por su parte, la investigación avanzó con un allanamiento en Dorrego al 5200 en busca del arma disparada pero el mismo resultó negativo”, dice la crónica del diario “La Capital”.

Thiago no sigue vivo. Tenía solamente nueve años.

El negocio de las armas, por su parte, continúa.

Tiene muchos, muchísimos años.

Edición: 3985


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