Ternero

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Por Sandra Russo

(APE).- En junio pasado se votaron a las apuradas unas cuantas leyes sobre seguridad. Era la época de las velas en la calle, el coro Kennedy entonando estribillos y Juan Carlos Blumberg emergiendo como un referente que muy pronto engolosinaría a las derechas políticas, radiales y televisivas. Entre el paquete de leyes que endurecían penas, había una, la del cuatrerismo, que fue convertida en no excarcelable.

 

Hay una flecha imaginaria que atraviesa el tiempo y el espacio: estamos en diciembre y en Misiones. Allí, en la localidad de Candelaria, un hombre de 40 años y siete hijos robó un ternero, lo mató y lo faenó para darle de comer a su familia. Su caso no tomó estado público. Fue denunciado, detenido y encarcelado durante un mes. La noticia trascendió recién cuando fue conocido el fallo del juez de instrucción José Luis Rey, quien a contramano de la voluntad endurecedora de las recientes leyes, decidió sobreseer al hombre y devolverle la libertad. El fallo del juez Rey tuvo sus fundamentos, potentes, transparentes: durante la instrucción del caso, la Justicia tomó conocimiento de que se trataba de un buen vecino de esa zona rural, que siempre se las había ingeniado para sostener a su familia. A raíz de la crisis, el hombre ya no consiguió más changas. Intentó conseguir cualquier tipo de trabajo, inútilmente. El hambre se instaló en su casa. Cuando la policía la allanó, además de encontrar los restos del ternero debajo de una cama, también encontró a los siete chicos en estado de desnutrición. Un estudio socioambiental concluyó lo evidente: esa familia vivía en la indigencia.

El fallo fue bastante claro: el robo del ternero tuvo por único objeto alimentar a una familia. Un mal menor para evitar un mal mayor, que en este caso hubiese sido la muerte de alguno de los niños a causa del hambre. El detenido fue liberado, pero después de treinta días. Treinta días estuvo ese hombre bajo arresto, treinta días estuvieron esos hijos sin su padre, treinta días se aplicó esa ley de abigeato no excarcelable votada por legisladores transpirados que en junio hablaban por celular o leían el diario mientras levantaban la mano a la hora de votar.

Para un hombre que no tiene trabajo y tiene siete hijos y no tiene nada para alimentarlos, para un hombre cuya historia personal habla de changas bien habidas y de paternidad responsable, esta sociedad tuvo como respuesta treinta días de cárcel, y sólo el buen sentido de un juez de instrucción permitió que ese hombre pudiera ponerle fin a esa parte de la pesadilla. De la otra parte, que es el hambre de esos chicos y la falta de trabajo, todavía nadie se hizo cargo.

Fuente de datos: Diario Territorio Digital - Misiones 17-12-04

 


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