Terezin, Beirut

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Por Oscar Taffetani

(APE).- Un militar retirado describió la táctica del ejército israelí en el Líbano del siguiente modo: "sacar el tapón y vaciar la pileta, para poder atrapar los peces". "Vaciar la pileta" vendría a ser demoler barrios enteros de Beirut, desde aire, mar y tierra. "Atrapar los peces" vendría a ser dejar al descubierto a los milicianos de Hezbollah, mortales enemigos a quienes se debe destruir.

 

Supuestamente, lo que constituye la más importante ofensiva militar israelí desde los Seis Días o el Yom Kippur -una ofensiva que incluye la movilización de miles de reservistas- ha tenido como objetivo rescatar a un par de soldados secuestrados...

Para hacer ese "rescate" se bombardearon autopistas, puentes, aeropuertos, estaciones de radio y barrios residenciales del Líbano, causando a ese país de Medio Oriente daños que le costará miles de millones de dólares reparar.

Para hacer ese rescate se causó -hasta el momento- la muerte de casi 500 personas, libaneses en su gran mayoría.

Pero el dato frío y terrible, que hace hervir la sangre más allá de cualquier otro, es que un tercio de los muertos por este nuevo ejercicio de barbarie son niños.

Catástrofes anunciadas

Con un par de horas de antelación y usando altavoces -cuenta un periodista- se advertía a los vecinos de Beirut que un barrio estaba por ser bombardeado. Por eso, quienes se negaban a abandonar su casa y salir de la ciudad (¡vaya a saber por qué motivo!) se exponían a quedar sepultados bajo una montaña de escombros.

La guardia costera y los servicios de salvamento, en Nueva Orleáns, Estados Unidos, también avisaron, unas horas antes, de la llegada de "Katrina".

Quienes se negaban a abandonar sus casas -por no tener movilidad, ni dinero ni cualquier otra miserable pertenencia en este mundo- corrían el riesgo de ser tapados por las aguas.

Ambas amenazas se cumplieron: Nueva Orleáns fue tapado por las aguas y buena parte de Beirut ya está cubierta de escombros.

En ambas catástrofes murió muchísima gente. En ambas, murieron muchos niños. Murieron los más pobres. Los que no tenían otra casa. Los que no tenían seguro o estaban desempleados, los indocumentados, los que (en lenguaje malthusiano) sobraban.

En el caso de Nueva Orleans, tanto los negociados inmobiliarios como la imprevisión y el desprecio hacia los excluidos, hicieron que "Katrina" se convirtiera en un arma de aniquilamiento masivo.

En el caso del Líbano, la catástrofe fue una orden de movilización, un plan de batalla fríamente ejecutado, de ésos en los que cínicamente se llama "daños colaterales" a los inocentes que mueren.

Dibujos contra la muerte

"En la Segunda Guerra Mundial, durante la ocupación Nazi de la parte checa de Checoslovaquia, la pequeña Fortaleza de Terezin se convirtió en una prisión de la Gestapo y el Gran Fuerte (el pueblo de Terezin), en un ghetto judío y estación de tránsito hacia los campos de exterminio en el este".

"Para los judíos desplazados, el ghetto de Terezin era un lugar de sufrimiento, pero también de resistencia: un valor casi inimaginable, autosacrificio y lucha incansable para intentar salvar aunque fuera a algunos pocos del genocidio".

"El Museo Memorial de Terezin se ha dedicado a hacernos recordar los planes criminales del Nazismo, a hacernos proactivos en la lucha contra el resurgimiento de los grupos de extrema derecha, neonazis y nacionalistas, a honrar a los salvadores y a todos aquellos que se resistieron al Holocausto, así como a conmemorar el sufrimiento de las víctimas".

Los extractos pertenecen a un folleto turístico que se entrega a los visitantes de Terezin, Checoslovaquia.

A mediados de los 70, el Museo Memorial de Terezin mostró al mundo, mediante una exposición itinerante, los dibujos y pinturas de los niños de ese ghetto y campo de prisioneros.

Cuesta creer que inmersos en esa cotidianidad atroz de dejar de ver, repentinamente, a alguno de sus padres o familiares, aquellos niños podían volar con su imaginación hacia una tierra sin mal, y plasmarlo con lápices, pinceles y colores, sobre un papel.

Hoy nos duelen los niños de Beirut, arrancados de sus casas, sepultados bajo el cálculo frío de los nuevos nazis. Nos duelen esos niños sin nombre, convertidos en simples "daños colaterales".

En esta hora aciaga, tal vez alcance la risa de los niños judíos de Terezin, para que ellos no se sientan tan solos.

Tal vez puedan los dibujos de los niños de Terezin abrigarlos, envolverlos, protegerlos de los nuevos bárbaros.

Tal vez puedan ellos, los de Terezin y los de Beirut, enseñarnos a salir del infierno a tantos hombres tristes. Enseñarnos a volar.

 


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