Te cuento una historia

No se equivocan, porque para eso tienen que tener opciones.  Y elegir la inadecuada. Pero no las tienen. Si algo no permite el hambre, el frío polar, el calor que quema, el terror, son opciones. Se equivoca el que elige. El que no elige ni siquiera sabe que fue elegido para un plan de exterminio.

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Por Alfredo Grande

(APe).- Lo encontré cerca de la plaza constitución. Una zona más desprestigiada que la Bullrich. Entre casas ocupadas, narcomenudeo, afanomenudeo y otros menudeos, resulta difícil caminar sin tener las alarmas prendidas. Supongo que estaba distraído y pude mirarlo. Uno de los locos bajitos que cantaba Serrat.

Recordé una de sus estrofas: Nada ni nadie puede impedir que sufran Que las agujas avancen en el reloj Que decidan por ellos, que se equivoquen Que crezcan y que un día Nos digan adiós... El arte no siempre con la crueldad de la cultura.

Creo que podemos impedir que sufran. Pero no lo hemos logrado.  Y creo que ya no lo lograremos. Nunca deciden por ellos, sino que una inmensa y amplia canalla los utiliza como carne de perversión, de explotación, de pulverización.

Tampoco se equivocan, porque para eso tienen que tener opciones.  Y elegir la inadecuada. Pero no tienen opciones. Si algo no permite el hambre, el frío polar, el calor que quema, el terror que no permite al menos dormitar, son opciones. Se equivoca el que elige. El que no elige ni siquiera sabe que fue elegido para un plan de exterminio.

A ese loco bajito lo seguí mirando. Por eso me di cuenta de que no me miraba. A lo mejor tenía ojos, pero no tenía vista. No sé cuánto tiempo lo miré. Mi di cuenta de que haciendo calor, tenía puesto un pulóver raído.

Recordé que muchas veces vi a niñas y niños en días de frío, usar remeras de mangas cortas. Una muestra más de la locura y crueldad de esta barbarie que llaman democracia representativa.

Ahora no se si le conté, o me imaginé que le conté una historia.  Una historia que encierra muchas historias de la Argentina trágica. Un 11 de mayo de 1974 el padre Carlos Mujica fue asesinado por el subcomisario Almirón.  Responsable de la alianza anticomunista argentina (AAA).  Que también fue una alianza anti peronistas de izquierda y cualquier intento de patria socialista.

Era un cura villero, cuando las villas eran miseria.  Nada menos, pero también nada más.  Hoy siguen siendo miseria, pero además son bunker del narco que no menudea. Los curas de la opción por los pobres fueron curas que no toleraban que la pobreza fuera daño colateral del crecimiento económico.

Bueno, no creo que le haya dicho eso.  Además, que no me miraba, no estoy seguro de si al menos me escuchaba. Pero quería contarle esa historia. La del padre Mugica y la de los combatientes revolucionarios.

Alguna vez, y no hace tanto, se pensó y se luchó por un país donde los locos bajitos no tuvieran calor en verano ni frío en invierno, ni hambre en ningún momento. Donde si no eran privilegiados, al menos tuvieran derechos. Ahora ni lo uno, ni lo otro.

No creo que los locos bajitos que encuentro por Constitución me digan adiós. Tampoco les he dicho  “hola, ¿qué tal? ¿Cómo estás?”. Apenas tuve ganas de contarle esa historia.

Pensé que saber que alguna vez algunos, muchos, miraron por y para ellos, los locos bajitos, era importante. No como consuelo, sino para despertar el anhelo del espíritu de las luchas pasadas. Hay mucho para recordar. Pero para que eso sea posible las historias deben ser contadas.  Dicen que una cámara de vigilancia me filmó hablando solo. Dicen. Pero no me importa.  Hace tiempo que hablo solo.


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