La cultura represora ha creado otra categoría. Los vivos muertos. Están vivos. No están en la estadística de mortalidad. Pero en realidad son muertos para toda forma de vida digna. Un tenebroso trascurrir que es un simulacro de la vida. Esta siniestra época nos obliga a pensar, mientras podamos, a qué podemos aún llamar vida. Más allá de su reproducción biológica. La que también está seriamente amenazada.
