El FMI y la Sociedad Rural festejan con creces el nuevo rumbo. En el reparto de cartas, la perjudicada no será la tan fogoneada casta sino esa vasta hueste de sufrientes que deambulan por las calles de un país pletórico de riquezas que siempre, sistemáticamente, van a manos ajenas. Con la insensibilidad y el desprecio de la derecha extrema.