No había fuerza en la calle mientras se entregaban los restos de la sobremesa de décadas. Porque los representantes eran los entregadores. Porque los sindicalistas arreglaron su caja. Y entregaron a los trabajadores a la Inquisición del siglo XXI. Cómo encender en los niños el sueño de un trabajo dignificante que supere a la oferta tentadora de la calle.