La historia, demasiadas veces, es circular. Repite hechos. Reproduce relatos que parecían perimidos. Vuelve a cuestionamientos insostenibles. Pero este 24 de marzo la historia volvió a escribirse desde las calles. Para decir no a la impunidad. Para gritar que otra crónica de resistencia puede escribirse. Que no son las urnas las únicas que definen el destino de un país.