Suicidas

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Por Carlos del Frade

(APE).- “Si ves al futuro dile que no venga”, escribió Juan José Castelli, el orador de la revolución de Mayo en su cuaderno de tapas rojas cuando moría de cáncer en la lengua y tristeza en el alma como consecuencia de tanta traición contra aquel sueño de “nueva y gloriosa nación” para todos y no para unos pocos.

Dicen los integrantes de la Asociación Argentina de Prevención del Suicidio que hay un caso cada tres horas en el país y que semejante estadística se traga especialmente a pibes jóvenes que ya están agobiados por las urgencias económicas y sociales.

Los especialistas exigieron un plan nacional de prevención porque creen que eso puede evitar las muertes de los chicos.

La tasa de mortalidad por suicidios en la Argentina es superior al ocho por cada cien mil habitantes, cifra que todavía hace que el país no se encuentre entre los más afectados en el mundo.

Sin embargo la preocupación es creciente: la cuarta parte de los que deciden su propio final son pibes menores de veinticinco años.

Para la investigadora del Conicet y la Universidad de Buenos Aires, María Martina Casullo, “la escuela es el lugar ideal para hacer la prevención y detectar el sujeto en riesgo”.

Mientras el tema se debate en torno al presente que soportan los pibes, en la provincia de La Rioja, dos diputados, Gustavo Minuzzi y Teresita Luna, presentaron “un curioso e inédito proyecto que promueve evitar los suicidios que, según aseguran los propios legisladores y relatan medios y el boca a boca, aumentó sus cifras en los últimos tiempos. ‘Queremos prohibir futuros suicidios’, aseguró Minuzzi, y lo harán castigando a los medios que difundan los casos, siguiendo la teoría del efecto dominó. El proyecto prevé como sanción el recorte de la pauta publicitaria oficial. La movida generó inquietud y escándalo entre los medios locales, lo que corrió del centro del debate un segundo punto del proyecto que prohíbe publicar sobre ‘delitos, vicios y malas costumbres’, tal como lo sostenían los edictos policiales de principios del siglo pasado”, sostenía la información periodística.

Para estos diputados el problema no son las causas del suicidio sino la difusión del hecho.

Ojos que no ven, corazón que no siente, parecen sintetizar estos legisladores.

Entre los números, los proyectos y la negación de la realidad, miles de pibas y pibes argentinos no saben qué significa la palabra futuro.

Y el problema no está en lo que suponen será el tiempo por venir, sino lo que sufren en el presente.

Desde hace décadas el sistema se ha ensañado contra ellos, contra los que no llegaron a los veinticinco años. Los condenaron por revolucionarios y después los dejaron sin trabajo para empujarlos a la delincuencia o las adicciones. Les enseñaron desde los grandes medios de comunicación que el pasado no tiene nada de interesante para ellos y que todo se reduce a tener, como sea, pero tener algo ya, de manera urgente y desesperada. Los exiliaron de la política y del compromiso solidario y ahora quieren tapar su realidad.

Para que el futuro vuelva a enamorar a los pibes habrá que contagiarlos de ideales, de sentidos que vayan más allá del espejo y para eso será indispensable abrazarlos, escucharlos y mostrarles ejemplos. Para que Castelli deje de tener razón desde el fondo de su pesadilla.

Fuentes de datos: Diarios La Nación 17-09-06, Página/12 20-09-06 e Infobae 21-09-06

 


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