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Por Alfredo Grande
(APe).- La batalla cultural no es una pared. Es una multiplicidad de ladrillos que primero hay que apilar para intentar construir nuevas paredes. Desde el poder del Estado, seas topo o gallareta, no hay batalla cultural. Apenas una masacre cultural, similar a la historia de la biblioclastía. Hay que ser muy pero muy zarpado para considerar la biblioclastía como batalla cultural. Tomo notas de la Wiki:
“La biblioclastia o biblioclastía designa la destrucción de libros con intencionalidad, esta destrucción puede darse en forma de quema de libros pero también por otros medios…”
Tomemos al libro como un analizador de la cultura. La biblioclastía es una masacre cultural que se actualiza con el cierre de organismos culturales. Me acuerdo de las palabras de un jerarca nazi: “cuando escucho la palabra cultura agarro un revolver”. La motosierra es un arma de destrucción, quizá no masiva, pero de destrucción. Sólo recordar a Chico Mendes y su asesinato. Enarbolar una motosierra como política de gobierno implica que no solamente no hay plata (para el pueblo, claro) sino que hay destrucción. La motosierra destruye árboles y el árbol es otro analizador. Un árbol, un libro. Una síntesis de la moto productiva de la naturaleza y la cultura. Por eso sugiero subvertir todos los slogans, refranes, del sentido común.
Si el orden de los factores altera el producto, es útil pensar en el orden, los factores y el producto. El orden para el que estamos entrenados es el denominado democrático. Los factores habitualmente se llaman dirigentes. En realidad, son las castas y hábilmente quedó reducida a una sola. Pero la casta siempre es el otro. Y la otra. Se ve la casta en el ojo ajeno, pero no la casta en el propio.
Orden democrático + castas variadas… El producto no puede ser otro que ciudadanos despojados de ciudadanía. Algunos llaman a esto indigencia. Obviamente, la indigencia es un producto transgeneracional y abarca niños, niñas, adultos y viejos, viejas. La indigencia es producto y por supuesto depende del orden de los factores. Si todo hay que hacerlo en el formato del Orden Democrático, si ese Orden es primordial, sus productos por aberrantes que sean, el Orden no debe ser alterado. Los únicos factores a conservar son aquellos ligados a las diferentes formas del capital. Los productores serán los privilegiados -que ya no son los niños- y los perdedores. Es bueno empezar a pensar que el orden de los factores altera mucho el producto. No solamente lo altera, sino que lo degrada hasta el extremo límite de su eliminación. Las poblaciones excedentarias.
El primer acto de nuestra batalla cultural será denominar masacre cultural a la propuesta actual. Y convencernos de que el orden de los factores siempre altera el producto.
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