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Por Carlos Del Frade
(APe).- A setenta años de la muerte de Evita, el desprecio institucional de la Suprema Corte de Justicia de la Nación por una de sus principales frases banderas, “donde hay una necesidad, nace un derecho”, marca el concepto filosófico de las clases dominantes en la Argentina contemporánea.
-El populismo es relativamente insensible a la cuestión del costo que involucran las reformas que proponen, porque la urgencia del cambio sólo es posible cuando los costos del cambio no se hacen explícitos o no se identifica con precisión quiénes son los que pagarán dichos costos; la insensibilidad al costo se sintetiza de modo patente en una afirmación muy insistente en mi país que yo veo como un síntoma innegable de fe populista según la cual detrás de cada necesidad siempre debe haber un derecho… en que todas las necesidades son todas satisfechas es deseado por todos pero ese mundo no existe porque nos encontramos en situación de escasez. No puede haber un derecho detrás de cada necesidad sencillamente porque no hay suficientes recursos para satisfacer todas las necesidades… En las proclamas populistas hay siempre un olvido sistemático de que detrás de cada derecho hay un costo –sostuvo el vicepresidente de la Corte Suprema, Carlos Rosenkrantz, en la inauguración del año académico de la Escuela de Pregrado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, donde fue a hablar especialmente sobre "Justicia, Derecho y Populismo".
Solamente habrá derecho para la persona que lo pueda comprar.
Quienes tienen necesidades permanentes no tendrán derechos, tendrán dolores permanentes e injusticias cotidianas.
Síntesis del sentido común de las minorías dominantes.
Argentina, siglo veintiuno.
En Rosario, mientras tanto, un potencial candidato de los partidos políticos que expresan ese sentido común de los que concentran y extranjerizan riquezas sin reparar en las urgencias, sostuvo que hay que sitiar la ciudad como consecuencia de las violencias urbanas.
Un profesor universitario, lúcido y sensible, como Gustavo Brufman, respondió entonces de la siguiente manera: “Sitiados. Sitiados de dolor y de muerte. De ausencias nuevas cada día. De pibes y pibas que deambulan como hormigas en el barrio y por toda la ciudad, buscando el mango y la comida, pero los matan como moscas que sobran y molestan las buenas vidas”.
“Sitiados. Sitiados de gendarmes y policías que requisan nuestros velorios pero no evitan que se produzcan porque son funcionales a los que los provocan. Es la más nefasta parte presente de este estado ausente. O mejor, simplemente corrido de su función original, de su lugar y su sentido. Mientras se fogonea la putrefacción de la cabeza de las gentes que se creen salvadas y salvadoras del buen pensar y el buen decir, a costa de maldecir nuestras infancias nacidas del amor de una noche como signo de vida entre el dolor y el desamor de toda la vida de tantas vidas, exigiendo más palo y bala al dolor. Convencidas que los condenados a cien años de soledad deben morirse en aras de su propio bien, y no tener ninguna oportunidad sobre la tierra. Ninguna”.
“Como un certificado de nuevos condenados en su propia tierra. La de sus ancestros, aunque lleven en la piel el color del barro, en los ojos el brillo de la luna, en su pelo chuzo el viento de la historia, y en la mirada la tragedia de una patria lacerada, herida de transa paraestatal y represión, de explotación y miseria, de colonialismo rancio y neoliberal, o pretendidamente progre, pero volviéndose matria abrazadora en resistencia. Con coraje, imaginación y lucha desde los rincones del hambre sin techo que sea cobijo, y sin trabajo que sea dignidad.
“Por Huguito Correa y todos y cada uno de los que “los fueron” compulsiva y traicioneramente, pero acá están en el pecho y nuestra memoria…”, escribió el docente militante.
Y terminó con la consigna de siempre: “Ni un pibe menos. Basta de gatillo fácil, represión y muerte a nuestros pibes”.
La consigna que expresa, en definitiva, la consecuencia de una sociedad donde hay necesidades democratizadas y derechos para el mercado.
Edición: 4125
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