Sin pecado con su vida

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Por Alfredo Grande

(APe).- Como escribió Michel Onfray, podemos discutir la existencia de Dios, pero no podemos negar la idea de Dios. La cultura no represora es el caldero donde se cocinan las ideas. Pero no cualquier idea. Sólo aquéllas que tienen una potencia para el despliegue transformador, el despliegue creador, el despliegue deseante.

Por oposición, en el reinado de la cultura represora, las ideas están al servicio de consolidar la impotencia, la aridez de la repetición y el triunfo de los mandatos. No se trata apenas de establecer que las ideas no se matan. Hay ideas que matan y por eso en la batalla cultural las armas son las ideas.

Hace 10 años, escribí para Ape “Parirás revolución en un pesebre”. En uno de sus párrafos afirmo: “Un nacimiento es un misterio del presente que develará su secreto en algún futuro. Pero no todos, ni siquiera los más importantes. Y tampoco a todos. Ese niño pobre que va a nacer no puede ser alzado por cualquiera. Y mucho menos acariciado, mimado, besado. Ese niño que nacerá dentro de poco, debe ser preservado de las franelas de oro y de las lisonjas de plata. No todos los que vayan a conocerlos serán bien recibidos. Muchos, incluso, serán expulsados. Quizá en algún otro tiempo, ese niño crecido intentará expulsar a mercaderes de baja estofa que corrompen el templo de la virtud. Todos sabrán en ese momento que el niño, ahora crecido, tratará de aniquilar al capitalismo y a todos los becerros, incluso los de plástico, que algunos llaman tarjeta de crédito, y especialmente a los planes de largas cuotas, porque mantienen la deuda y la culpa hasta la eternidad”.

En esos tiempos no había ningún horizonte cercano para que el aborto fuera legal. Por lo tanto, la idea aberrante que el cura Pepe parió a término, no hubiera tenido terreno donde afincarse. 10 años después, el oportunismo del cristianismo patriarcalizado, le ha dado sus 30 segundos de fama e infamia. Que sea cura villero es un agravante, porque la ley aun no sancionada, pero con una fuerte sensación que lo será, justamente cuida, ahora que está de moda la vigencia del Estado Cuidador, la vida de las mujeres más humildes. Ahora mal: la idea de que el aborto es un asesinato merece discutirse. Hay ideas diferentes que también merecen ser discutidas. En eso estamos.

Pero lo absolutamente grave es haber cometido un pecado de lesa humanidad haciendo macabra conexión entre la legalidad del aborto y la concepción de María. No lo conozco al cura Pepe, y no creo que después de esta nota eso sea posible, y quizá no haya sido consciente de su exabrupto reaccionario. Sin embargo, ha logrado la idea siniestra de la cultura represora. Homologar una ley que habilita con una ley que obliga. Pero así piensan las derechas. Lo legal siempre es obligatorio. Nada le importa la legitimidad, y menos aún la legitimidad deseante.

Señalar que con ley del aborto Jesús no hubiera nacido, es cometer el peor de los pecados. Escrachar a María como una mujer cobarde y sometida que mantuvo su embarazo porque no podía legalmente interrumpirlo.

O sea: no fue concebida sin pecado, sino que fue concebida sin deseo. Mandato divino, subordinación sin valor. El deseo de María queda esclavizado. No hay espacio ni siquiera para explorar la idea de qué tipo de deseo habitaba en María. Si fue concebida sin pecado, es porque fue concebida con deseo. Porque el mayor pecado, además de no ser feliz como escribió Borges, es concebir sin deseo. Y también con vivir sin deseo.

Por eso la cultura represora es un antro de pecado. Por haber exterminado a la humanidad deseante. Imponiendo todo tipo de mandatos. Ahora en el formato digital que impone una gestión a escala planetaria. En una teología de la liberación deseante, el anuncio del ángel Gabriel tiene otra dimensión. “El anuncio del nacimiento de Jesús es una de las páginas más fascinantes y maravillosas de todo el Evangelio de Lucas. Entonces el ángel le dijo: “María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. ... Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús”. El deseo del hijo se expresa en una vivencia a la cual, como médico psiquiatra, podría tentarme de rotularla como de cualidad delirante. Hay delirios de la vida y hay delirios de la muerte. La idea de la raza superior es una idea delirante letal. Asesina personas. El arte, la creatividad, la alegría, son delirios vitales.

Las palabras del ángel Gabriel fueron la proyección del deseo de María que necesitó legitimarlo desde una divinidad que la llenaba de gracia. La gracia de su deseo. Por eso jamás hubiera abortado. Nada tiene que ver con la ley de aborto legal que fue invocada en vano. Ninguna mujer desea abortar. Lo que no desea es el embarazo. Un embarazo por mandato es un pecado de lesa humanidad. Porque sólo el deseo engendra la dignidad de la vida. En ese pesebre se parió la revolución del amor verdadero. Que no retrocede ante el ataque de los gendarmes de los mandatos. Guerrilleros, combatientes, revolucionarios, rebeldes, insurgentes, seguirán en la lucha para que las hijas y los hijos del deseo sean las mujeres y los hombres de una victoria sin final. Y el pecado nunca más será el deseo, sino que el pecado para siempre jamás, será imponer cualquier mandato.

Pintura: Marleen Nijsen

Edición: 4139

 


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