Sensación de empleo

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Por Oscar Taffetani

(APE).- “Podemos decir que tenemos el 8,7 de desocupación, perforando la barrera de los dos dígitos, característica de la década anterior...”, dijo eufórico el Presidente en su discurso del primero de marzo.

Poco más tarde, el secretario de Empleo Enrique Deibe vaticinó que el índice de desocupación “irá en descenso durante los próximos meses, como consecuencia de la consolidación del crecimiento económico...”

Si los discursos oficiales redactados hoy -pensamos- toman como base los discursos oficiales redactados ayer, la progresión es muy alentadora.

Para 2010, de seguir a este ritmo, la tasa de desempleo se habrá vuelto negativa y asistiremos a un inédito derrame de empleo, que llegará hasta los más ocultos rincones de la patria.

Arte y ciencia del mentir

En su novela 1984, George Orwell anticipó un procedimiento eficaz para mentirle al pueblo: el Gran Hermano anunciaba por las pantallas que ese año las cosechas del país habían superado los registros anteriores. Claro que los registros anteriores no existían, ya que la gente no estaba autorizada a conservar ni los diarios viejos.

Décadas después, García Márquez puso en la cabeza de otro dictador una idea delirante y sugestiva: el Patriarca pidió a los científicos del Observatorio Astronómico que le inventaran un eclipse de sol para el fin de semana, porque quería repetir el marco de su primer encuentro amoroso. Los científicos se acercaron preocupados y le dijeron que eclipse de sol, lamentablemente, no... aunque le podían conseguir uno de luna, para el mes siguiente...

En situación parecida deben haber estado los profesionales del INDEC, presionados por algunos funcionarios para conseguirle al Gobierno índices siempre alentadores y favorables.

Fruto de los tironeos y negociaciones, el INDEC debió admitir a principios de año que había cuatro índices de desempleo distintos, como reflejo de “la compleja realidad social que se fue creando” (Clarín, 22-01-07).

Porque es obvio que los índices varían sustancialmente si se toma a los beneficiarios del Plan Jefes y otros similares como empleados o si se los toma como lo que son: trabajadores desocupados.

Con cuatro índices de desempleo posibles, es más fácil encontrar uno que “perfore” la barrera de los dos dígitos.

“Siempre me emociono -dijo el Presidente en otro pasaje de su discurso- cuando voy a cada pueblo de la República y veo los gorritos amarillos que habían desaparecido prácticamente, ya que habíamos llegado a tener nada más que 60 ó 70 mil trabajadores afiliados a la UOCRA. Hoy estamos pisando los 400 mil trabajadores, que están en toda la Argentina colocando su capacidad y esfuerzo para llevar adelante este proyecto...”.

Vemos ahí otro ejemplo de manipulación de los datos. Porque si bien la obra social “Construir Salud” tiene 340 mil beneficiarios, la UOCRA cuenta con un número muchísimo más bajo de afiliados. No hay 400 mil obreros de la construcción, ni trabajando ni aportando a su caja.

Inventos argentinos

Con la denominada sensación térmica, la meteorología comenzó a intervenir en el discutido campo de la subjetividad social. Los registros combinados del termómetro, el anemómetro, el barómetro y el higrómetro dan como resultado un coeficiente que (supuestamente) informa mejor a los ciudadanos sobre el clima.

Hace unos años, señalando falencias de la estadística policial, un político de derecha habló de la sensación de inseguridad, índice que según él expresaría los temores del ciudadano medio ante las amenazas del entorno.

Ahora, creemos (y perdón si nos apresuramos) ha llegado el turno de la sensación de empleo.

No importa si vivimos en un barrio que alguna vez fue industrial, con villas y asentamientos precarios que van creciendo al ritmo furioso del PBI.

No importa, tampoco, si cientos de miles de compatriotas trabajan sólo un día al año: ese día exacto en que pasa el encuestador.

No. La sensación de empleo, fruto de un concienzudo esfuerzo de los laboratorios oficiales, ya está a disposición de los medios y distribuidores.

En cuanto a la desocupación -un índice tradicional, hoy caído en desuso- el Gobierno no tiene nada que informar.


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