San Luis y su ficción

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Por Sandra Russo

(APE).- Después del electroshock de los ´90, cuando las veleidades del modelo económico llenaron las góndolas de los supermercados de delikatessen provenientes de todo el mundo y al mismo tiempo llenaron los hogares argentinos de hombres y mujeres sin trabajo, lo que único que quedó en pie fue el esqueleto de lo que había sido, en otra época, el aparato productivo nacional.

Para salir a paliar esa emergencia que no era una emergencia real sino el producto perfectamente previsible y esperable de decisiones políticas efectistas que tenían como horizonte la reelección de Carlos Menem pero más allá también traían un horizonte empantanado y difícilmente remontable, toda vez que el desempleo se volvió estructural y estalló junto con la supresión del crédito en 2001, fueron apareciendo a nivel nacional y a niveles provinciales diversos planes sociales. El sentido de esos planes, que a veces implicaban, en su versión más austera, un bolsón de alimentos, y a veces una magra paga a cambio de alguna actividad requerida, nunca dejó de ser paliativo. Con una canasta familiar básica que pasa de los 700 pesos, un sueldo de 150 no es un sueldo: es una limosna estatal que cubre apenas algunas necesidades. Pero no cubre la necesidad primaria y primordial, que es la de trabajo.

Muchos de los ardides de la vieja política siguen todavía enmascarando la realidad. Uno de ellos se corre del campo de las declaraciones y las prácticas individuales de los funcionarios y se encarama en las estadísticas. El ardid principal de la vieja política es la mentira. En este caso, la mentira estadística. Y tiene que ver con ciertos logros entre comillas que se usan como banderas a sabiendas de que están basados en falacias. El ejemplo más palpable y grosero es el de la provincia de San Luis, que gasta fortunas en campañas publicitarias nacionales promoviendo a la provincia de los Rodríguez Saa como una pequeña Suecia o una pequeña Holanda insertada en América Latina. Uno de los spots que se pudieron ver profusamente en los canales de aire nacionales indicaba que el desempleo en San Luis es de apenas el 3%. La publicidad no aclaraba que ese guarismo surge de tomar a los beneficiarios de los planes sociales como ocupados. Si se toma el empleo real, el desempleo en San Luis asciende nada menos que al 26,9%.

El INDEC, fuente de esa estadística, da a conocer cada año dos índices de desempleo a nivel nacional y provincial, uno considerando a los beneficiarios de los planes sociales como ocupados y otro considerando los empleos reales, públicos y privados. En el nivel nacional, el primer índice es del 14,6%. El segundo, trepa al 19,8%. La diferencia de ese 35% marca una mejoría lenta, trabada, perezosa, pero aunque el primer índice es considerado como “oficial”, cada vez que se dan a conocer esos datos el segundo índice aparece, recordando, a través de las respectivas notas periodísticas, que los planes sociales son lo que son: curitas en el desgarro.

Sin embargo, en el caso de San Luis, la obscena diferencia de un 800% entre los dos índices y la manipulación publicitaria del primero de ellos, lo que hace es hablar por sí mismo de quien se constituye como el emisor de ese mensaje falaz: miente, miente que algo queda, parecen decir los Rodríguez Saa en la ficción que ensalzan como nueva cuna de la industria cinematográfica argentina. Los datos que manejan y propalan forman más parte de un guión de ficción que de una agenda política.

Fuente de datos: Diario Clarín 30-12-04

 


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