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(APe).- La ciudad de Catamarca y su periferia tiene el 57,2% de ese pueblo nuestro en la pobreza -sentado a la orilla de la misericordia- va disipando sus ilusiones en un horizonte de miradas vacías, buscando la mano de una patria soñada que se aleja, inasible. Esto significa, ni más ni menos, que por el mismo lugar por donde antes atravesaban en bandadas los colores alados de los pájaros cruza, en cambio, una niebla repleta de presencias ignoradas.
En ese conglomerado urbano de 176.000 pobladores, que viven en los departamentos de Capital, Valle Viejo y Fray Mamerto Esquiú, 100.672 personas se encuentran -según los últimos datos del INDEC- en situación de pobreza o indigencia. En este país de los olvidos y de las indiferencias incesantes, hay ciudades de bruces en el polvo como dice Benjamín Valdivia.
Según los números diabólicos del INDEC el 26% son indigentes. Dicen que 46.464 personas ya no comen. Fueron echados al purgatorio de una sola cachetada. Mientras los que administran las miserias preparan un pasaporte al infierno a cada uno, con sus sellos en regla.
Según la crónica, más de la mitad de la población del Noroeste Argentino es pobre y en la escala del despojo Catamarca se encuentra en el segundo lugar, después de Santiago del Estero. Le siguen Tucumán, Jujuy y Salta. Para los pueblos que hemos nombrado -pueblos abismados- sólo hay lo que hubo, un gran silencio y eso es todo.
Mientras tanto -en la mansa procesión de los días y su oscura secuencia de horas muertas- la pobreza recibe un salario de lágrimas que va enjugando con humildad en la infinita paciencia del rosario.
Fuente de datos: Diario El Ancasti - Catamarca 05-10-04
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