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Por Carlos del Frade
(APe).- La vida, para el capitalismo, es simplemente una anécdota en una permanente historia de ferocidad cotidiana.
El sistema enseña desde hace siglos que aquel que más tiene es el que más puede.
Por eso la existencia solamente podrá ser comprada por quienes posean lo necesario o lo suficiente.
La vida humana ha dejado de ser una maravilla en el universo. Una instancia de ternura, amor y belleza en el cosmos.
Ha pasado a ser una mera casualidad.
Por eso, dentro de la despiadada lógica del sistema, lo más fácil y natural es encontrar la muerte. Porque jugar a la muerte es repetir la matriz impuesta desde hace mucho tiempo.
No hay lugar para la pelota, la muñeca, la guitarra o lo que alguna vez eran las excusas ideales para juntar a la muchachada que buscaba nutrirse de vida plena a medida que avanzaba en su evolución personal.
Ahora hay espacios para desafiar a su majestad la muerte.
Porque la ferocidad desbocada ordena arriesgar la simple anécdota de la vida en una apuesta, en una ruleta rusa.
Fue en la provincia de Corrientes, en el litoral argentino.
El pibe se llamaba Emanuel y tenía solamente quince años.
Muy lejos del misterio de los bailes que rodeaban a los míticos cumpleaños de las chicas de su edad, el chico estaba jugando a la muerte.
Una pistola calibre 22 estaba entre sus manos. Las de él y las de otra media docena de pibes correntinos que también jugaban a la muerte.
Los partes policiales dijeron que Emanuel “jugaba a la ruleta rusa con un grupo de jóvenes en una casa del barrio San Roque Este de esta capital provincial en la madrugada del sábado, cuando se voló la cabeza con una bala calibre 22”.
El parte agregaba que “seis personas de sexo masculino fueron puestas a disposición de la Justicia a fin de determinar su vinculación con el hecho. También se procedió al secuestro preventivo de un arma de fuego, que presumiblemente tendría alguna relación con el presente caso, siendo los mismos trasladados a la citada Comisaría, donde se inicio la actuación sumarial pertinente", remarcaron las palabras oficiales.
¿Por qué media docena de pibes correntinos juegan a ver quién se mata primero o quién logra zafar del final que surgirá de la boca de un calibre 22?
¿Por qué estaban tan lejos de esos chicos la pelota, la guitarra o cualquier tipo de aventura que los hubiera convertido en aquellos exploradores de misterios de la vida tan recién florecida?
Quizás los pibes correntinos jugaban a la ruleta rusa porque sienten que hacen lo mismo con ellos desde hace mucho tiempo.
Que cada día que pasa no es más que una simple variación en la anécdota a la que ha reducido la vida la ferocidad del sistema.
Quizás porque sigue siendo dramáticamente lejano alcanzar la felicidad y tan violentamente cercano ser abrazado por la muerte desbocada.
Emanuel ya no buscará más.
Habrá que devolverle el sentido maravilloso a la vida, habrá que pelear para recuperarla como motivo central de los juegos y los deseos de los pibes. No se trata de una quimera, sino de una urgencia.
Fuente de datos:
Diario Infobae 05-01-09
Edición: 1421
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