Resistencia a la soberanía (y otras paradojas)

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Por Oscar Taffetani 

(APe).- La capital del Chaco no se llama Resistencia por la guerra defensiva de sus habitantes originarios, sino por los esfuerzos del colonizador blanco por mantener las avanzadas en el territorio ancestral de los Qom, los Mocoví y los Wichí.

 

El Impenetrable ya ha sido penetrado de distintas formas por los depredadores madereros y los depredadores sojeros, que expulsan a la gente de la tierra y la aprietan en los cordones de miseria de las grandes ciudades.

La avenida Soberanía es un signo de dependencia: divide, en la capital chaqueña, a la ciudad gringa, la de los más favorecidos, de la otra ciudad, la de los pobres e indigentes, la de los hijos de la tierra que se quedaron sin padre y sin tierra.

Con esta clase de paradojas conviven a diario los chaqueños. Pero lo sobrellevan. El Ministro de Salud, por ejemplo, admite que en el Chaco el porcentaje de niños desnutridos, en 2008, fue más alto que el de 2004, 2005, 2006 y 2007. Y ahí se queda, pensando.

“Estamos haciendo los mayores esfuerzos para terminar con esta injusticia, pero no alcanza”, declara el gobernador Capitanich en un reportaje. Cuando el periodista le muestra una foto de Iván González, un chico discapacitado y desnutrido que pide una vivienda digna y una silla de ruedas, entonces toma cartas en el asunto y lo resuelve con un telefonazo.

Luego, continúa con la entrevista y le dice al cronista: “Lamentablemente, son respuestas individuales a problemas individuales, pero no podemos dejar pasar un minuto más sin solucionarle el problema a esta criatura y su familia”.

El periodismo tampoco puede hacer mucho, reconozcamos. Tendría que organizar 25 mil reportajes a Capitanich, para que el Gobernador fuera resolviendo “individualmente” los problemas de las familias de Resistencia que tienen hambre. Pero no puede. Es virtualmente imposible hacerle 25 mil reportajes a Capitanich.

“La ayuda no llega”, exhala el Gobernador, y su mirada se pierde en los lentos desplazamientos de las nubes, bajo la Bóveda Celeste.

“Sólo el área metropolitana del gran Resistencia -le dice al periodista- tiene 25 mil familias con viviendas precarias y sin títulos de propiedad, debido a la migración interna provocada por el cambio de modelo económico-productivo que no supo cómo absorber la demanda de trabajo...”

Es que, claro, el modelo económico-productivo es así: hoy se despierta expulsor de mano de obra y ya no hay con qué apaciguarlo.

Después de la última elección (que las huestes de Capitanich ganaron con un 48 por ciento de los votos), el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación insistió en reclamar por el destino de 10 millones de pesos que envió a través del Programa Nacional de Seguridad Alimentaria (PNSA) y que debían entregarse a familias “nutricionalmente vulnerables”. La oposición dice que los fondos fueron desviados a dos fundaciones de amigos del poder, que no están sometidas a auditorías de ninguna clase.

Es que las Elecciones -las malditas Elecciones- son así. Peor que el dengue y la langosta. Llegan de improviso. Se adelantan. Capturan los recursos disponibles. Le roban al Estado. Le roban a los hambrientos.

Debería organizarse un definitivo frente de lucha contra las Elecciones, ese monstruo que los obliga a los gobernadores a desviar fondos. Y si no, esperar a que el Modelo se duerma, como aquel cíclope de La Odisea. Que se emborrache y se duerma, para tener la posibilidad de escapar.

La paradoja crece, en el Chaco, al mismo ritmo que la soja transgénica. ¿Y la hipocresía? Ah, la hipocresía rinde bien en cualquier época del año. La hipocresía es una bendición del suelo.

Edición: 1563


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